sábado, febrero 24, 2018

Los últimos neandertales de la Meseta


Hoy queremos hablar en Aragosaurus de los neandertales, los últimos probablemente que habitaron en España. Su desaparición en la Meseta, hace alrededor de 40.000 años parece estar ligada a la pérdida de los grandes animales de los que se alimentaban y seguramente les proporcionaban pieles, grasa, huesos...  Es curioso, a medida que se van haciendo nuevos estudios y nuevos descubrimientos, se puede ver que los neandertales fueron perfectamente capaces de sobrevivir a las duras condiciones climáticas, a las que estaban acostumbrados desde hacía más o menos 100.000 años  y seguramente también a la escasez de caza mayor durante las edades del hielo. Entonces ¿qué pasó? ¿Por qué desaparecen hace alrededor de 40.000 años?

La búsqueda de respuestas al porqué de esta desaparición solo puede satisfacerse con más estudios científicos en viejos o también recién descubiertos yacimientos. Este es el caso de Los Casares, en Guadalajara, un importante yacimiento conocido desde finales del s. XIX.
El estudio de la Cueva de los Casares comenzó a finales del siglo XIX al descubrir restos óseos en los sedimentos del interior, aunque fue en los años 1960 cuando se hicieron las primeras excavaciones arqueológicas en la cueva dirigidas por Ignacio Barandiarán, entonces profesor de la Universidad de Zaragoza, junto con estudiantes, hoy profesores de la Universidad de Zaragoza e investigadores del IUCA, como Pilar Utrilla. Desde entonces, y hasta hace sólo unos años, el yacimiento quedó sin estudiar. Un joven profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, Alcaraz-Castaños, reabre las investigaciones de Los Casares junto con un amplio equipo multidisciplinar en el que se integra la aragosaurera Gloria Cuenca. 


Los Casares es un importante yacimiento que se encuadra en un proyecto más amplio sobre las dinámicas de la población humana, especialmente las poblaciones de neandertales, en la región central de la Península Ibérica durante el Pleistoceno Superior, es decir, entre los 100.000 y los 12.000 años. Dicho proyecto se coordina desde el Neanderthal Museum (Mettmann, Alemania) y está dirigido por Alcaraz-Castaños y los investigadores Alemanes.  Los sedimentos del Seno A de la Cueva de los Casares constituyen un documento excelente para valorar las teorías clásicas sobre el poblamiento paleolítico del centro de la Península Ibérica durante el Pleistoceno superior.
La idea preponderante de una Meseta visitada esporádicamente por los neandertales con su industria musteriense, o directamente despoblada en las oscilaciones frías, es la predominante. No parece que los humanos modernos penetraran tampoco en el interior peninsular hasta bastante más tarde, cuando las condiciones mejoraron y empezaron a  asentarse los humanos modernos conocidos como magdalenienses en territorios interiores. Estuvo la meseta “vacía” de pobladores humanos desde el final de las ocupaciones musterienses tardías (40.000 años aproximadamente) hasta prácticamente el Magdaleniense (18.000 años).


La Cueva de los Casares albergaba a un grupo de esos últimos neandertales de la meseta, desaparecidos hace unos 40.000 años pero que sobrevivieron un poco más (hasta los 30.000 años más o menos) en el sur de la Península, en las Cuevas de Gibraltar. Los Casareños cazaron lo que pudieron en los alrededores de la cueva, en las bellas tierras cerca de Riba de Saelices, en Guadalajara. La cueva es grande por lo que les proporcionaría buen refugio, y está cerca de un rio, por lo que no les faltaría el agua. Los castores poblaban el río, los bisontes, ciervos, toros y otros grandes herbívoros sirvieron de alimento para hombres y carnívoros como leopardos, linces y zorros. Hombres y animales coexistieron durante uno de los llamados periodos cálidos (MIS3) de la última gran glaciación conocida en Europa como Würm. 


Además, el trabajo coordinado de arqueólogos, paleontólogos y geólogos ha permitido conocer la estratigrafía de la cueva, clasificar la fauna, el polen y la industria lítica encontrada en los sedimentos proporcionando un importante “álbum de fotografías” de los neandertales del interior peninsular. No tuvieron competencia con otros humanos, fueron los dueños absolutos de las tierras cercanas a La Alcarria y el Señorío de Molina, antes, mucho antes de la llegada de los humanos modernos a la región. Los de hoy se llaman Rayanos.


Si quieren saber más sobre cómo se estudia una cueva, los grandes animales cazados por los neandertales de los casares, los micromamíferos y otros métodos que han permitido datarlos en 40-45 mil año, pueden leer el artículo publicado en la revista PlosOne.


Alcaraz-Castaño, M; Alcolea-González, J; Kehl M; Albert R-M; Baena-Preysler J; de Balbín-Behrmann R; Cuartero F; Cuenca-Bescós G; Jiménez-Barredo F; López-Sáez JA; Piqué R; Rodríguez-Antón D; Yravedra J; Weniger G-Ch. 2017. A context for the last Neandertals of interior Iberia: Los Casares cave revisited. PlosOne, Crossref DOI link: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0180823


Hoy queremos hablar en Aragosaurus de los neandertales, los últimos probablemente que habitaron en España. Su desaparición en la Meseta, hace alrededor de 40.000 años parece estar ligada a la pérdida de los grandes animales de los que se alimentaban y seguramente les proporcionaban pieles, grasa, huesos...  Es curioso, a medida que se van haciendo nuevos estudios y nuevos descubrimientos, se puede ver que los neandertales fueron perfectamente capaces de sobrevivir a las duras condiciones climáticas, a las que estaban acostumbrados desde hacía más o menos 100.000 años  y seguramente también a la escasez de caza mayor durante las edades del hielo. Entonces ¿qué pasó? ¿Por qué desaparecen hace alrededor de 40.000 años?

La búsqueda de respuestas al porqué de esta desaparición solo puede satisfacerse con más estudios científicos en viejos o también recién descubiertos yacimientos. Este es el caso de Los Casares, en Guadalajara, un importante yacimiento conocido desde finales del s. XIX.
El estudio de la Cueva de los Casares comenzó a finales del siglo XIX al descubrir restos óseos en los sedimentos del interior, aunque fue en los años 1960 cuando se hicieron las primeras excavaciones arqueológicas en la cueva dirigidas por Ignacio Barandiarán, entonces profesor de la Universidad de Zaragoza, junto con estudiantes, hoy profesores de la Universidad de Zaragoza e investigadores del IUCA, como Pilar Utrilla. Desde entonces, y hasta hace sólo unos años, el yacimiento quedó sin estudiar. Un joven profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, Alcaraz-Castaños, reabre las investigaciones de Los Casares junto con un amplio equipo multidisciplinar en el que se integra la aragosaurera Gloria Cuenca. 


Los Casares es un importante yacimiento que se encuadra en un proyecto más amplio sobre las dinámicas de la población humana, especialmente las poblaciones de neandertales, en la región central de la Península Ibérica durante el Pleistoceno Superior, es decir, entre los 100.000 y los 12.000 años. Dicho proyecto se coordina desde el Neanderthal Museum (Mettmann, Alemania) y está dirigido por Alcaraz-Castaños y los investigadores Alemanes.  Los sedimentos del Seno A de la Cueva de los Casares constituyen un documento excelente para valorar las teorías clásicas sobre el poblamiento paleolítico del centro de la Península Ibérica durante el Pleistoceno superior.
La idea preponderante de una Meseta visitada esporádicamente por los neandertales con su industria musteriense, o directamente despoblada en las oscilaciones frías, es la predominante. No parece que los humanos modernos penetraran tampoco en el interior peninsular hasta bastante más tarde, cuando las condiciones mejoraron y empezaron a  asentarse los humanos modernos conocidos como magdalenienses en territorios interiores. Estuvo la meseta “vacía” de pobladores humanos desde el final de las ocupaciones musterienses tardías (40.000 años aproximadamente) hasta prácticamente el Magdaleniense (18.000 años).


La Cueva de los Casares albergaba a un grupo de esos últimos neandertales de la meseta, desaparecidos hace unos 40.000 años pero que sobrevivieron un poco más (hasta los 30.000 años más o menos) en el sur de la Península, en las Cuevas de Gibraltar. Los Casareños cazaron lo que pudieron en los alrededores de la cueva, en las bellas tierras cerca de Riba de Saelices, en Guadalajara. La cueva es grande por lo que les proporcionaría buen refugio, y está cerca de un rio, por lo que no les faltaría el agua. Los castores poblaban el río, los bisontes, ciervos, toros y otros grandes herbívoros sirvieron de alimento para hombres y carnívoros como leopardos, linces y zorros. Hombres y animales coexistieron durante uno de los llamados periodos cálidos (MIS3) de la última gran glaciación conocida en Europa como Würm. 


Además, el trabajo coordinado de arqueólogos, paleontólogos y geólogos ha permitido conocer la estratigrafía de la cueva, clasificar la fauna, el polen y la industria lítica encontrada en los sedimentos proporcionando un importante “álbum de fotografías” de los neandertales del interior peninsular. No tuvieron competencia con otros humanos, fueron los dueños absolutos de las tierras cercanas a La Alcarria y el Señorío de Molina, antes, mucho antes de la llegada de los humanos modernos a la región. Los de hoy se llaman Rayanos.


Si quieren saber más sobre cómo se estudia una cueva, los grandes animales cazados por los neandertales de los casares, los micromamíferos y otros métodos que han permitido datarlos en 40-45 mil año, pueden leer el artículo publicado en la revista PlosOne.


Alcaraz-Castaño, M; Alcolea-González, J; Kehl M; Albert R-M; Baena-Preysler J; de Balbín-Behrmann R; Cuartero F; Cuenca-Bescós G; Jiménez-Barredo F; López-Sáez JA; Piqué R; Rodríguez-Antón D; Yravedra J; Weniger G-Ch. 2017. A context for the last Neandertals of interior Iberia: Los Casares cave revisited. PlosOne, Crossref DOI link: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0180823

miércoles, febrero 21, 2018

Nuevas aportaciones a la biodiversidad de los terópodos barremienses de España


Acaba de publicarse un nuevo trabajo liderado por el aragosaurero Antonio Alonso sobre dinosaurios en la prestigiosa revista Journal of Iberian Geology. En este trabajo se aborda el estudio de la paleobiodiversidad de dinosaurios terópodos de la parte media de la Formación Blesa (Barremiense, Cretácico Inferior) a partir de los dientes aislados encontrados en el yacimiento de Barranco del Hocino 1, en el entorno de la localidad de Estercuel (Teruel). Son fósiles depositados en el Museo
El yacimiento, descubierto por el aficionado a la Paleontología Juan Rubio, ha sido objeto de tres campañas de excavación por parte de nuestro grupo Aragosaurus-IUCA en la cuales se han recuperado restos fósiles fragmentarios de dinosaurios ornitópodos, terópodos y tireóforos junto con restos de crocodilomorfos y coprolitos. Hasta ahora lo más significativo son los dientes aislados de terópodos objeto de esta nueva publicación.


Los dientes aislados de terópodos son habituales en el registro fósil debido a la dureza del esmalte y  al reemplazo constante de dientes en estos tetrápodos, pudiendo generar un único individuo cientos de dientes en el transcurso de su vida con posibilidad de fosilizar. Su estudio tiene un gran interés dada la escasez de otros restos craneales y postcraneales en el registro de los terópodos, siendo muchas veces el estudio de los dientes la única forma de conocer la biodiversidad de estos dinosaurios conservadas en los yacimientos del Cretácico Inferior de Teruel.


El estudio de los caracteres cualitativos, la realización de mediciones morfométricas y el análisis estadístico de tipo multivariante junto a análisis cladístico ha permitido asignar los dientes aislados al clado Tetanurae. Más específicamente se ha identificado la presencia del conocido grupo de los dinosaurios espinosáuridos, con dientes cónicos ormanentados de estrías longitudinales, grupo al que se le ha atribuido una estrategia de alimentación predominantemente piscívora e incluso adaptaciones semiacuáticas. El otro grupo representado es el clado Carcharodontosauria, con dientes curvados y aplastados con los márgenes recubiertos de una fina serración, semejantes a cuchillos de cortar carne. Estos dientes tienen caracteres muy similares a otros dinosaurios carnívoros de la misma época como Neovenator de Inglaterra o Erectopus de Francia.


El estudio además pone de manifiesto el potencial fosilífero del término municipal de Estercuel, donde hasta el momento no se habían registrado restos de dinosaurios y otros vertebrados del Mesozoico. Los yacimientos encontrados sitúan a esta localidad con un gran potencial para conocer la biodiodiversidad de vertebrados del continente en el Barremiense de esta parte de la península ibérica. 


La referencia completa es: Alonso, A., Gasca, J.M., Navarro-Lorbés, P., Rubio, C. y Canudo, J.I. (2018). A new contribution to our knowledge of the large-bodied theropods from the Barremian of the Iberian Peninsula: the “Barranco del Hocino” site (Spain). Journal of Iberian Geology https://doi.org/10.1007/s41513-018-0051-9

martes, febrero 20, 2018

Recuperados para el Museo de Ciencias Naturales de la UZ dos holotipos de roedor fósil Columbomys

 
En el año 1992 investigadores franceses, Marguerite Hugueney, Etienne Moissenet y el español Rafael Adrover, publicaron en una prestigiosa revista científica, Comptes Rendues,  la descripción de dos nuevas especies de roedores del Oligoceno superior de Teruel (unos 30 millones de años). Una de ellas fue dedicada a la investigadora del grupo Aragosaurus-IUCA Gloria Cuenca con el nombre de Columbomys cuencae y otra a un investigador catalán con el nombre de Columbomys agustii. Estos fósiles se encontraban guardados en la Universidad de Lyon (Francia), pero gracias a una gestión conjunta del Museo de Ciencias de la UZ y la dirección general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón se ha conseguido recuperar estos importantes fósiles para nuestra comunidad que ya han quedado depositados en el Museo.

Los roedores pertenecen a la Familia Theridomyidae, exclusivamente fósiles que se caracterizan por ser de tamaño relativamente grande, que podría llegar al de los actuales conejos o algo más. Tenían dientes con coronas altas y algunos representante llegaron a ser totalmente hipsodontos que quiere decir que sus dientes no tenían raíces y crecían de manera continua casi durante toda la vida del animal (parecido a los caballos actuales). Posiblemente eran adaptaciones a un clima cada vez más árido y unos ambientes cada vez más abiertos que se fueron desarrollando durante el Oligoceno. Los Theridomyidae vivieron en Europa unos 30 millones de años, durante el Terciario, aparecen en el Eoceno y desaparecen en el Mioceno, siendo relativamente abundantes en el Oligoceno.

Los holotipos de C. cuencae y C. agustii provienen de las localidades turolenses de Alcorisa y Vivel del Río respectivamente. En la publicación original se apuntaba que se iban a depositar en el Museo de Paleontología de la UZ, pero ese deposito no se había realizado. Por esa razón se hicieron las gestiones para que los fósiles quedaron custodiados en la tipoteca del Museo de Ciencias Naturales de la UZ, lo que se ha producido recientemente. En la fotografía se puede ver los pequeños dientes de C. cuencae. Son fósiles de gran interés científico y patrimonial, pero poco valor expositivo al ser de tamaño microscópico y solo visible por el microscopio. 

La referencia completa es:

Hugueney, M., Moissenet, E., Adrover, R. 1992. Une nouvelle lignée de genre Columbomys (Mammalia, Rodentia, Theridomyidae) dans l’Oligocene supérieur d’Espagne. Comptes Rendus de l’Académie des Sciences Paris, 315, II, 379-385.