Nuestros colegas del ICP acaban de
publicar en la prestigiosa revista inglesa Proceedings of the Royal
Society B una de las primeras evidencias a partir del registro fósil que
apoya la teoría evolutiva del envejecimiento. Según esta teoría las
especies que evolucionan en ecosistemas con baja mortalidad y limitación
de recursos tienden a ser más longevas. Un paradigma de estos ambientes
son las islas. El trabajo muestra que la altura de los dientes de
mamíferos endémicos insulares es un indicador de su longevidad, y pone
en cuestión el uso de este carácter morfológico como un indicador
exclusivo para inferir la dieta de las especies fósiles, así como para
interpretar el clima en el que vivían. Os adjuntamos la nota de prensa
del ICP.
Los sistemas insulares funcionan a menudo como
laboratorios naturales para poner a prueba hipótesis evolutivas, dado
que son menos complejos que los sistemas continentales. El aumento de la
longevidad de las especies endémicas de islas es una adaptación que
predice la teoría evolutiva del envejecimiento, en el marco de una
estrategia evolutiva que las empuja hacia un ciclo de vida más lento,
debido a la ausencia de depredadores y la limitación de recursos. En
este contexto, Xavier Jordana y el resto de investigadores que han
desarrollado la investigación se preguntan si el aumento de la altura de
los dientes en los herbívoros endémicos de islas puede ser una
respuesta evolutiva a esta longevidad. Esto cuestionaría el consenso que
hasta ahora explicaba este rasgo morfológico principalmente a partir de
diferencias en la dieta y el clima.
La hipsodoncia, como
denominan los expertos al hecho de tener una corona dental más alta,
puede ser un indicador de especies más longevas. Tal y como explica el
investigador del ICP Xavier Jordana, profesor de la Universitat Autònoma
de Barcelona (UAB) “nuestros resultados tienen implicaciones en los
mamíferos herbívoros en general, extintos y actuales, y más
concretamente en las especies endémicas de islas. Los endemismos
insulares comparten una serie de características comunes, conocidas como
el síndrome de la isla, y diferentes a las de sus parientes
continentales, puesto que evolucionan en unas condiciones ecológicas
especiales, como son la ausencia de depredadores, la alta densidad
poblacional y la escasez de recursos”.
La publicación analiza la
dieta, la longevidad y el patrón de mortalidad de M. balearicus, un
bóvido fósil endémico de las Islas Baleares. El trabajo concluye que, a
pesar de ser extremadamente hipsodonto, M. balearicus era un herbívoro
mayoritariamente ramoneador, que se alimentaba de hojas y brotes de
árboles y arbustos, y probablemente, también, de tubérculos y raíces,
que implican un mayor desgaste de la dentadura puesto que hay que
remover la tierra para llegar a ellos. Aun así, no llegaba a tener una
dieta tan abrasiva como la de los herbívoros que se alimentan
mayoritariamente de pastos y que, por lo tanto, presentan las dentaduras
más altas. Este tipo de dieta, sin embargo, no es suficiente para
explicar la hipsodoncia de Myotragus.
Al analizar la longevidad
de M. balearicus a partir de las líneas de crecimiento anual del cemento
de los dientes, los investigadores obtienen una medida de unos 27 años,
casi el doble de lo que se esperaría para un bóvido de su masa
corporal. Además, el estudio del patrón de mortalidad en dos poblaciones
de M. balearicus, una en Cova Estreta y la otra en Cova des Moro en
Mallorca, muestra tasas de supervivencia en edades juveniles y adultas
más elevadas que en los bóvidos continentales actuales. Es decir, una
gran parte de la población lograba edades avanzadas y, por lo tanto, M.
balearicus era una especie con un ritmo de senescencia lento, o, lo que
es lo mismo, envejecía tarde. Todo ello son resultados consistentes con
la teoría evolutiva del envejecimiento que predice el retraso de la
senescencia en poblaciones con un índice de mortalidad extrínseca bajo.
En un entorno en el que pocos elementos externos pueden causar la muerte
de los individuos de una especie, como es el caso de la falta de
depredadores en una isla, dicha especie se adapta cambiando su ritmo de
envejecimiento y la duración de su vida. En el caso de los herbívoros,
una manera de hacerlo es seleccionando aquellos individuos de la
población que tengan dientes más altos, para los que la senescencia
empezará más tarde.
El género fósil Myotragus ha resultado un
modelo ideal para hacer estudios de evolución en las islas y M.
balearicus es la especie terminal, que se extinguió hace unos 3.000
años. Myotragus sobrevivió totalmente aislado en Mallorca y Menorca
durante más de 5 millones de años, desde el Plioceno hasta el Holoceno.
Durante su evolución, Myotragus sufrió cambios importantes, que
afectaron especialmente el sistema locomotor y su tamaño, así como
también su sistema nervioso y alimentario. El enanismo, la disminución
del cerebro y los cambios en la dentadura son los rasgos evolutivos más
característicos. Muchos de estos rasgos morfológicos son compartidos por
el conjunto de las faunas insulares, como es el caso del aumento de la
altura de la corona dental de los molares.
La referencia
completa es: Jordana, X., Marín-Moratalla, N., DeMiguel, D., Kaiser, T.
& Köhler, M. (2012) Evidence of correlatedevolution of hypsodonty
and exceptional longevity in endemic insular mammals. Proceedings of
theRoyal Society B. doi:10.1098/rspb.2012.0689
Se pueden
descargar imágenes en: http://bit.ly/HYAIrE