Desde el 1 de Julio hasta el 15 de Agosto se puede disfrutar del Aula Paleontológica de Villar del Río (Ruta de las Icnitas, Soria) con horario verano. Está abierta todos los días y se pueden realizar visitas guiadas al aula y a los yacimientos más interesantes a la vez que se descubre un entorno tan espectacular como poco conocido. Es muy recomendable hacer una visita a la Ruta de las Icnitas. Quien no la conozca, le sorprenderá
http://www.rutadelasicnitas.com/
http://www.rutadelasicnitas.com/boletin/mailing12.htm
viernes, junio 30, 2006
miércoles, junio 28, 2006
Nueva Revista de Espeleología
El Centro de Estudios espeleológicos Turolenses acaba de publicar el número 1 de la Revista CIJA de Teruel. En ella hay interesantes artículos sobre cavidades en Foz Calanda, la presencia de un dipluro cavernícola en la sima de los Barrancos y sobre los Caños de Montalbán entre otros.
Desearles a nuestros amigos del Cija que la revista sea un exito y a los interesados en el tema pueden recabar información en ceetfarallon@hotmail.com
Desearles a nuestros amigos del Cija que la revista sea un exito y a los interesados en el tema pueden recabar información en ceetfarallon@hotmail.com
Nuevos restos de ictiosaurios en Argentina
Restos fósiles de un Ictiosaurio juvenil, el caparazón de una tortuga marina, y al menos de una decena de reptiles prehistóricos de unos 145 millones de años, fueron hallados recientemente en el departamento mendocino de Malargüe, ubicado al sur de Mendoza. Según explicó el paleontólogo malarguino Angel Praderio, se trata de restos marinos que "se encuentran en perfecto estado de conservación, dado que estaban alojados en medio de un gran roca de caliza". El nuevo sitio paleontológico apareció el pasado fin de semana en la localidad de El Manzano, ubicada a unos 86 kilómetros de Malargüe, casi al límite con la provincia de Neuquén en una zona caracterizada por tener grandes yacimientos arqueológicos y paleontológicos.
"Encontramos el lugar gracias al comentario de un criadero de la zona, que dijo haber visto fósiles en el predio de su campo que le habían llamado mucho la atención", señaló el investigador. Según explicó, en una primer visita de un par de horas y en una caminata de tan solo un kilómetro cuadrado de extensión, "encontré a simple vista una tortuga marina, un Ictiosario juvenil, y restos de otros diez reptiles marinos del período Jurásico Superior, o sea de una antigüedad de 145 millones de años". "Estos organismos ya extintos se asemejaban mucho a lo que hoy son los delfines y pudieron haber tenido unos 80 centímetros de longitud", comentó el profesional. Asimismo, señaló que el ictiosaurio "tenía largos y puntiagudos hocicos, cuerpos aerodinámicos, dientes cónicos, grandes ojos, se impulsaban por el agua por medio de su cola vertical, y tenían aletas que consistían en huesos de los dedos fusionados".
El otro ejemplar descubierto corresponde a una tortuga que, por la geometría de sus placas y el diseño de su caparazón, "corresponde a un organismo bastante primitivo", añadió. Si bien hasta ahora, solo se pudo recoger el caparazón, el cráneo del ictiosaurio, y algunas piezas vertebradas y partes del miembros anterior (cintura escapular) de otro bicho marino, el científico planea extraer la totalidad de los fósiles "cuando lo permita el clima". Desde Malargue, Praderio explicó que hace unos 205 millones de años aproximadamente, en el Periodo Jurásico, "la cordillera de Los Andes aún no se había levantado, permitiendo de esta forma que el primitivo Océano Pacífico invadiese las tierras bajas hacia el este inundando todo a su paso". "Estos pulsos de ingresión marina están perfectamente documentados y estudiados a lo largo de toda la Cordillera Principal. De esta forma, lo que hoy son las provincias de Neuquén y Mendoza, eran inundadas por esa extensa lengua marina formando un gigantesco golfo llamado actualmente el Engolfamiento Neuquino o la Cuenca Neuquina, hoy una gran cuenca petrolera", explicó. En este ambiente se desarrollaba uno de los más variados ecosistemas, conviviendo un gran número de invertebrados marinos (amonites, bivalvos, braquiópodos, equinodermos, y otros), tiburones, peces y una gran variedad de reptiles marinos como por ejemplo los ictiosaurios, los plesiosaurios, o las tortugas.
Los ictiosaurios desaparecieron hace 93 millones de años, varios millones de años antes que otros exitosos reptiles marinos como por ejemplo los plesiosaurios Todos los restos fósiles serán preparados en el Laboratorio Departamental de Paleontología de Vertebrados, a cargo del licenciado Angel Praderio, responsable del área de Paleontología del Museo Regional Malargüe.
Información de La Nación http://www.lanacion.com.ar/cienciasalud/nota.asp?nota_id=818673t
"Encontramos el lugar gracias al comentario de un criadero de la zona, que dijo haber visto fósiles en el predio de su campo que le habían llamado mucho la atención", señaló el investigador. Según explicó, en una primer visita de un par de horas y en una caminata de tan solo un kilómetro cuadrado de extensión, "encontré a simple vista una tortuga marina, un Ictiosario juvenil, y restos de otros diez reptiles marinos del período Jurásico Superior, o sea de una antigüedad de 145 millones de años". "Estos organismos ya extintos se asemejaban mucho a lo que hoy son los delfines y pudieron haber tenido unos 80 centímetros de longitud", comentó el profesional. Asimismo, señaló que el ictiosaurio "tenía largos y puntiagudos hocicos, cuerpos aerodinámicos, dientes cónicos, grandes ojos, se impulsaban por el agua por medio de su cola vertical, y tenían aletas que consistían en huesos de los dedos fusionados".
El otro ejemplar descubierto corresponde a una tortuga que, por la geometría de sus placas y el diseño de su caparazón, "corresponde a un organismo bastante primitivo", añadió. Si bien hasta ahora, solo se pudo recoger el caparazón, el cráneo del ictiosaurio, y algunas piezas vertebradas y partes del miembros anterior (cintura escapular) de otro bicho marino, el científico planea extraer la totalidad de los fósiles "cuando lo permita el clima". Desde Malargue, Praderio explicó que hace unos 205 millones de años aproximadamente, en el Periodo Jurásico, "la cordillera de Los Andes aún no se había levantado, permitiendo de esta forma que el primitivo Océano Pacífico invadiese las tierras bajas hacia el este inundando todo a su paso". "Estos pulsos de ingresión marina están perfectamente documentados y estudiados a lo largo de toda la Cordillera Principal. De esta forma, lo que hoy son las provincias de Neuquén y Mendoza, eran inundadas por esa extensa lengua marina formando un gigantesco golfo llamado actualmente el Engolfamiento Neuquino o la Cuenca Neuquina, hoy una gran cuenca petrolera", explicó. En este ambiente se desarrollaba uno de los más variados ecosistemas, conviviendo un gran número de invertebrados marinos (amonites, bivalvos, braquiópodos, equinodermos, y otros), tiburones, peces y una gran variedad de reptiles marinos como por ejemplo los ictiosaurios, los plesiosaurios, o las tortugas.
Los ictiosaurios desaparecieron hace 93 millones de años, varios millones de años antes que otros exitosos reptiles marinos como por ejemplo los plesiosaurios Todos los restos fósiles serán preparados en el Laboratorio Departamental de Paleontología de Vertebrados, a cargo del licenciado Angel Praderio, responsable del área de Paleontología del Museo Regional Malargüe.
Información de La Nación http://www.lanacion.com.ar/cienciasalud/nota.asp?nota_id=818673t
martes, junio 27, 2006
Tela de araña fósil de Escucha
WeBlog Aragosaurus
Noticia tomada OLALLA CERNUDA (elmundo.es)
En la localidad de Escucha, en Teruel se ha descrito la tela de araña más antigua del mundo. Según publica la revista 'Science' en su último número, algunas arañas llevan 110 millones de años tejiendo perfectas formas geométricas con sus telas, concretamente desde el Cretácico inferior, época de la que data la tela de araña fosilizada localizada en el yacimiento español, que incluso tiene pequeños insectos atrapados en ella.
Los investigadores encontraron pedazos de una telaraña, con varios insectos aún enredados, atrapada en un pedazo de ámbar de hace unos 110 millones de años. El ámbar contiene 26 hebras de telaraña en las que han quedado atrapados un ácaro, una pata de avispa y un escarabajo, adheridos a un hilo pegajoso en el que se pueden apreciar pequeñas gotas de 'pegamento' de telaraña.
El hallazgo es el ejemplo más antiguo de una telaraña con insectos atrapados del que se tenga conocimiento, según el coautor David Grimaldi, del American Museum of Natural History. El fósil ha sido depositado en la colección de la Fundación Conjunto Paleontológico de Dinópolis, en Teruel.
Según los autores del estudio, los insectos pudieron servir de alimento a una araña. Tienen el abdomen roto y lleno de resina fósil, lo que probablemente indica que la araña succionó sus tejidos internos después de inocular veneno en los jugos digestivos. Una vez muertos y vacíos, quedaron sumergidos en la resina. La pequeña avispa, además, está atada a la telaraña por un conjunto de hilos que atrapan eficazmente una de las patas.
La tela encontrada en la pieza de ámbar de Teruel tenía una estructura circular, y estaba formada por una espiral pegajosa sobre un sistema de hilos radiales. El registro más antiguo de esta característica de las arañas es un hilo con gotas pegajosas encontrada en un ámbar del Líbano que tenía entre 138 y 124 millones de años.
Pese a que Grimaldi y sus colegas aseguran que no hay suficiente telaraña conservada para saberlo a ciencia cierta, las partes que están conservadas sugieren un diseño de telaraña orbital. En cualquier caso, Grimaldi dice que el descubrimiento indica que las desafiantes trampas de seda de las arañas de principios del Cretácico pueden haber presionado a varios tipos de insectos voladores para evolucionar.
Aunque los insectos en la antigua telaraña pertenecen a grupos extintos, "su tamaño y diversidad son precisamente lo que uno esperaría ver en telarañas modernas: pequeñas avispas, moscas y escarabajos, grupos que son abundantes y diversos en la actualidad y que también son importantes polinizadores", dice Grimaldi. "Aparentemente, las arañas han estado pescando insectos en el aire desde hace mucho tiempo", señaló.
La telaraña orbital, la clásica red en forma de rueda, la tejen dos tipos diferentes de arañas, las deinopoides y las araneoides. Durante mucho tiempo, los científicos han debatido sobre si estos dos grupos habían desarrollado esta maravilla de la ingeniería de manera independiente. Ahora, las nuevas evidencias aportadas por los científicos españoles sugieren que la telaraña orbital o geométrica tuvo un origen evolutivo único, y puede haber estado sirviendo para atrapar insectos voladores desde hace unos 136 millones de años.
Uno de los insectos atrapados en la telaraña. (Foto: Science)
La pregunta que no pueden responder todavía los científicos es si todas las arañas que tejen sus redes con forma orbital utilizan el mismo tipo de seda. Para averiguarlo, Jessica Garb, postdoctorada de la Universidad de California, y sus colegas se centraron en la genética de varias proteínas de seda, claves que forman los cimientos de una telaraña orbital, incluyendo la rueda de fuera, los rayos y los hilos pegajosos de captura de la espiral.
Los espirales de captura de deinopoides y araneoides utilizan diferentes técnicas para lograr la pegajosidad. Las araneoides producen pequeñas gotas de pegamento que hacen que sus espirales capturadoras sean adhesivas. Los deinopoides por su parte, envuelven sus hilos capturadores con un tipo de fibra de seda distinto que "las arañas peinan, y así atrapan insectos", explica Garb.
La pegajosa diferencia fue en parte lo que hizo pensar a los científicos que deinopoides y araneoides desarrollaron la telaraña orbital de manera independiente, en vez de heredarla de un ancestro común. Pero nadie se había asomado a la genética subyacente de las sedas de las telarañas deinopoides. Colaborando con la profesora asistente Cheryl Hayashi y dos estudiantes universitarias, Garb y su equipo ahora demuestran ahora que ambos grupos de arañas utilizan la misma serie de sedas para construcción de telarañas.
Las proteínas esenciales de la seda de araña son de gran interés para la industria, que lleva años intentando reproducir esa asombrosa mezcla de fuerza, capacidad de estiramiento y resistencia inusitadas, para productos como vendajes, fibras de chalecos antibala, cables aeroespaciales y redes. Pero para que estas aplicaciones se conviertan en realidad, los investigadores necesitan entender exactamente cómo difieren las sedas de arañas hasta en el nivel genético.
"Dado que hay esta diversidad de sedas de araña y las arañas las utilizan para diferentes funciones, éstas tienen diferentes propiedades mecánicas", dice Garb. "Y para entender de dónde viene esta variación en propiedades mecánicas, debemos empezar a poner atención a las proteínas que conforman estas sedas", señaló.
Noticia tomada OLALLA CERNUDA (elmundo.es)
En la localidad de Escucha, en Teruel se ha descrito la tela de araña más antigua del mundo. Según publica la revista 'Science' en su último número, algunas arañas llevan 110 millones de años tejiendo perfectas formas geométricas con sus telas, concretamente desde el Cretácico inferior, época de la que data la tela de araña fosilizada localizada en el yacimiento español, que incluso tiene pequeños insectos atrapados en ella.
Los investigadores encontraron pedazos de una telaraña, con varios insectos aún enredados, atrapada en un pedazo de ámbar de hace unos 110 millones de años. El ámbar contiene 26 hebras de telaraña en las que han quedado atrapados un ácaro, una pata de avispa y un escarabajo, adheridos a un hilo pegajoso en el que se pueden apreciar pequeñas gotas de 'pegamento' de telaraña.
El hallazgo es el ejemplo más antiguo de una telaraña con insectos atrapados del que se tenga conocimiento, según el coautor David Grimaldi, del American Museum of Natural History. El fósil ha sido depositado en la colección de la Fundación Conjunto Paleontológico de Dinópolis, en Teruel.
Según los autores del estudio, los insectos pudieron servir de alimento a una araña. Tienen el abdomen roto y lleno de resina fósil, lo que probablemente indica que la araña succionó sus tejidos internos después de inocular veneno en los jugos digestivos. Una vez muertos y vacíos, quedaron sumergidos en la resina. La pequeña avispa, además, está atada a la telaraña por un conjunto de hilos que atrapan eficazmente una de las patas.
La tela encontrada en la pieza de ámbar de Teruel tenía una estructura circular, y estaba formada por una espiral pegajosa sobre un sistema de hilos radiales. El registro más antiguo de esta característica de las arañas es un hilo con gotas pegajosas encontrada en un ámbar del Líbano que tenía entre 138 y 124 millones de años.
Pese a que Grimaldi y sus colegas aseguran que no hay suficiente telaraña conservada para saberlo a ciencia cierta, las partes que están conservadas sugieren un diseño de telaraña orbital. En cualquier caso, Grimaldi dice que el descubrimiento indica que las desafiantes trampas de seda de las arañas de principios del Cretácico pueden haber presionado a varios tipos de insectos voladores para evolucionar.
Aunque los insectos en la antigua telaraña pertenecen a grupos extintos, "su tamaño y diversidad son precisamente lo que uno esperaría ver en telarañas modernas: pequeñas avispas, moscas y escarabajos, grupos que son abundantes y diversos en la actualidad y que también son importantes polinizadores", dice Grimaldi. "Aparentemente, las arañas han estado pescando insectos en el aire desde hace mucho tiempo", señaló.
La telaraña orbital, la clásica red en forma de rueda, la tejen dos tipos diferentes de arañas, las deinopoides y las araneoides. Durante mucho tiempo, los científicos han debatido sobre si estos dos grupos habían desarrollado esta maravilla de la ingeniería de manera independiente. Ahora, las nuevas evidencias aportadas por los científicos españoles sugieren que la telaraña orbital o geométrica tuvo un origen evolutivo único, y puede haber estado sirviendo para atrapar insectos voladores desde hace unos 136 millones de años.
Uno de los insectos atrapados en la telaraña. (Foto: Science)
La pregunta que no pueden responder todavía los científicos es si todas las arañas que tejen sus redes con forma orbital utilizan el mismo tipo de seda. Para averiguarlo, Jessica Garb, postdoctorada de la Universidad de California, y sus colegas se centraron en la genética de varias proteínas de seda, claves que forman los cimientos de una telaraña orbital, incluyendo la rueda de fuera, los rayos y los hilos pegajosos de captura de la espiral.
Los espirales de captura de deinopoides y araneoides utilizan diferentes técnicas para lograr la pegajosidad. Las araneoides producen pequeñas gotas de pegamento que hacen que sus espirales capturadoras sean adhesivas. Los deinopoides por su parte, envuelven sus hilos capturadores con un tipo de fibra de seda distinto que "las arañas peinan, y así atrapan insectos", explica Garb.
La pegajosa diferencia fue en parte lo que hizo pensar a los científicos que deinopoides y araneoides desarrollaron la telaraña orbital de manera independiente, en vez de heredarla de un ancestro común. Pero nadie se había asomado a la genética subyacente de las sedas de las telarañas deinopoides. Colaborando con la profesora asistente Cheryl Hayashi y dos estudiantes universitarias, Garb y su equipo ahora demuestran ahora que ambos grupos de arañas utilizan la misma serie de sedas para construcción de telarañas.
Las proteínas esenciales de la seda de araña son de gran interés para la industria, que lleva años intentando reproducir esa asombrosa mezcla de fuerza, capacidad de estiramiento y resistencia inusitadas, para productos como vendajes, fibras de chalecos antibala, cables aeroespaciales y redes. Pero para que estas aplicaciones se conviertan en realidad, los investigadores necesitan entender exactamente cómo difieren las sedas de arañas hasta en el nivel genético.
"Dado que hay esta diversidad de sedas de araña y las arañas las utilizan para diferentes funciones, éstas tienen diferentes propiedades mecánicas", dice Garb. "Y para entender de dónde viene esta variación en propiedades mecánicas, debemos empezar a poner atención a las proteínas que conforman estas sedas", señaló.
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