Especialistas en el estudio de la talla de la piedra distinguen diferentes modos de confeccionar la industria lítica a los que llaman tecnocomplejos. El más antiguo y sencillo del registro arqueológico recibe el nombre de Olduvayense (o Modo I). Fue nombrado así por Louis Leakey en un homenaje a la Garganta de Olduvai, la localidad tanzana donde encontró este tipo de industria asociada a fósiles de la especie Homo habilis durante sus excavaciones en los años 50.
El olduvayense es una manera sencilla de tallar la piedra para obtener lascas, cuya manifestación más antigua procede del yacimiento etíope de Gona hace unos 2’5 millones de años. El siguiente tecnocomplejo en la historia de la humanidad se denomina Achelense (o Modo II), en honor de la población francesa de Saint-Acheul, y presenta una mayor complejidad técnica. Está caracterizado por la presencia de herramientas de gran formato talladas bifacialmente, como son las hachas de piedra y los hendedores.
El achelense más antiguo conocido hasta ayer procedía de los yacimientos de Konso Gardula, en Etiopía, y de Olduvai, en Tanzania y estaba datado en alrededor de 1’6 millones de años de antigüedad. La especie humana artífice del achelense es Homo ergaster (también denominada Homo erectus africano), que apareció en África hace casi 1’8 millones de años, lo que indicaba la existencia de un periodo de unos 200.000 años en los que H. ergaster fabricaba exclusivamente herramientas de Modo 1.
Pues bien, este jueves 1 de septiembre un equipo de científicos estadounidenses y franceses encabezado por Cristopher, J. Lepre publica en Nature los resultados de un estudio efectuado en el yacimiento de la Formación Nachukui denominado Kokiselei 4, en la ribera occidental del Lago Turkana (Kenia). Allí se ha encontrado un extraordinario conjunto de herramientas líticas típicamente achelenses asociadas con una variada fauna entre la que destaca el hipopótamo de gran tamaño Hippopotamus gorgops. Esta asociación ha sido datada por magnetoestratigrafía en alrededor de 1’78 millones de años. La precisión de la datación, se debe a la afortunada circunstancia de que el final del subcron Olduvai se produjo una serie de rápidas excursiones magnéticas que proporcionan una fina escala magnetoestratigráfíca para esa época.
Este descubrimiento hace coincidir la fecha de aparición del achelense y la de H. ergaster y refuerza la idea de que el achelense era el tecnocomplejo propio de H. ergaster, mientras que el olduvayense sería el característico de H. habilis. En esta línea, no parece probable que hubiera poblaciones de H. ergaster que solo fabricasen herramientas de tipo olduvayense. Fuera de África, es el yacimiento georgiano de Dmanisi el que contiene el registro más antiguo de fósiles humanos. La industria que se encuentra asociada a dichos fósiles humanos es de tipo olduvayense y el conjunto está datado entre hace 1’85 y hace 1’78 millones de años.
Para algunos autores, los fósiles de Dmanisi corresponderían a una población de H. ergaster que habría salido de África antes de la invención del achelense, cuando se pensaba que había aparecido hace unos 1’6 millones de años. Otros investigadores, en cambio, sostenían que los humanos de Dmanisi correspondían a un tipo humano más primitivo y afín a H. habilis, al que habían denominado como H. georgicus. Los nuevos datos, que envejecen sustancialmente el origen del achelense, refuerzan la idea de que la primera salida de África, representada por los fósiles de Dmanisi con su industria olduvayense, no pudo producirse por H. ergaster sino que tuvo que estar protagonizada por un homínido del tipo de H. habilis.
Referencia completa: Christopher J. Lepre, Hélène Roche, Dennis V. Kent, Sonia Harmand, Rhonda L. Quinn, Jean-Philippe Brugal, Pierre-Jean Texier, Arnaud Lenoble & Craig S. Feibel (2011). “An earlier origin for the Acheulian.” Nature 477, pp. 82–85.
jueves, septiembre 01, 2011
martes, agosto 30, 2011
Un nuevo estudio de Tehuelchesaurus
En el mundo de los dinosaurios saurópodos hay taxones que son popularmente muy conocidos como el gigantesco Brachiosaurus o Diplodocus con sus largos cuello y cola. En todos los libros de divulgación pueden encontrarse información sobre ellos, pero no solo eso, en las publicaciones científicas suelen ser los dinosaurios más usados en las comparaciones. La razón hay que buscarlas en que son taxones descubiertos en el siglo XIX y que hay esqueletos montados desde hace años. Sin embargo, esto no quiere decir que sean los más importantes desde el punto filogenético, es decir desde el punto de la reconstrucción de la historia evolutiva de los saurópodos. Por eso hoy nos queremos hacer eco de uno de esos desconocidos.
Tehuelchesaurus es un saurópodo desconocido para el gran público, pero es clave para entender la evolución de los saurópodos modernos, los llamados neosaurópodos. Por esta razón nos hacemos eco de la publicación de una revisión de este dinosaurio liderada por José Carballido, un buen amigo de Aragosaurus. Se ha publicado en la prestigiosa revista inglesa The Zoological Journal of the Linnean Society.
Tehuelchesaurus benitezii se trata de parte de un esqueleto de un gran saurópodo recuperado en el Jurásico Superior de la Formación Cañadón Calcáreo en la provincia de Chubut en Patagonia (Argentina). El fósil está compuesto por la serie de vértebras dorsales, parte de los miembros anteriores y posteriores y la cintura pélvica. Inicialmente fue descrito en 1999 por el paleontólogo australiano Thomas Rich y sus colaboradores como cetiosáurido, un grupo de saurópodos primitivos abundantes en el Jurásico Medio de todos los continentes. Sin embargo el nuevo estudio indica que se trata de un neosaurópodo, el clado que agrupa a todos los saurópodos modernos. En su propuesta filogenética lo relaciona con saurópodos como Camarasaurus y Galvesaurus.
Como bien sabéis, Galvesaurus es un saurópodo del tránsito Jurásico-Cretácico de Galve (Teruel) que describimos hace unos años. El estudio de Carballido demuestra que está emparentado con Tehuelchesaurus. Sin duda, es una prueba más de la conexión patagónica-ibérica que tantas veces os hemos contado en este web. La novedad del nuevo estudio es que incluye taxones distintos de los que tradicionalmente se usan en las propuestas filogenéticas. Así también se incluye a Tastavinsaurus, el otro saurópodo que hemos descrito. Lo interesante es que lo sitúan cerca de Tehuelchesaurus, junto a Janenschia (del Jurásico Superior de Tanzania) y fuera de Titanosauriformes como habíamos propuesto. Esta nueva publicación abre un panorama interesante para conocer como se produjo la radiación de los neosaurópodos al final del Jurásico a nivel global.
La referencia completa es: Carballido, J.L., Rauhut, O.W., Pol, D., Salgado, L. (2011). Osteology and phylogenetic relationships of Tehuelchesaurus benitezii (Dinosauria, Sauropoda) from the Upper Jurassic of Patagonia. The Zoological Journal of the Linnean Society, DOI: 10.1111/j.1096-3642.2011.00723.x
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