martes, abril 21, 2020

Rastreando ornitópodos en el Jurásico superior portugués

Se acaba de publicar en la revista Acta Palaeontologica Polonica un nuevo trabajo sobre huellas de dinosaurios ornitópodos del registro fósil del Jurásico Superior de Portugal. El trabajo ha sido liderado por el aragosaurero Diego Castanera, investigador postdoctoral Beatriu de Pinòs en el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont, en colaboración con investigadores de instituciones portuguesas e inglesas.

El registro de dinosaurios portugués nos ha desvelado en los últimos años el descubrimiento de importantes restos de dinosaurios terópodos (carnívoros) y saurópodos (herbívoros de cuello largo) en el Jurásico superior de la Cuenca Lusitánica. No tan abundantes son los restos de dinosaurios ornitópodos cuyos representantes más conocidos en la cuenca son el dryosaurido Eousdryosaurus y el “camptosaurido” Draconyx.

 En el caso de las icnitas (huellas fósiles), la Cuenca Lusitánica cuenta con algunos de los yacimientos más interesantes a nivel de Europa del Jurásico superior como Pedra da Mua o Avelino. Y como en el caso de los huesos, las huellas de terópodos y especialmente los saurópodos, dominan en estos yacimientos. Así, en el nuevo trabajo se estudian más de 50 huellas de ornitópodo pertenecientes a la colección de la Sociedade de História Natural de Torres Vedras, que han sido recogidas en los acantilados de la costa oeste de Portugal (de Torres Vedras a Salir do Porto) durante los últimos 30 años. Las icnitas pertenecen a diversas formaciones geológicas cuya edad varía entre el Kimmeridgiense y el Titoniense (c. 150 a 155 Ma).

El trabajo aporta nuevos datos sobre cómo son las icnitas de ornitópodos del Jurásico superior, un grupo de dinosaurios cuyas huellas  también son escasas en este periodo temporal en otras partes del mundo en comparación con los terópodos o los saurópodos. Esta escasez de icnitas es debida a que en ocasiones la forma de las huellas presenta ciertas similitudes con las huellas de terópodos (carnívoros), especialmente en huellas de pequeño y mediano tamaño. En el trabajo se han identificado 3 morfotipos diferentes de un tamaño pequeño mediano y grande, que presentan considerables diferencias cualitativas (forma de la huella, del talón, de los dedos etc). Sin embargo, los datos cuantitativos (dimensiones como longitud, anchura, extensión de los dedos) son muy similares. De este modo, se enfatizan las dificultades y problemas a la hora de identificar este tipo de huellas. En el trabajo además se pone de manifiesto la importancia de nuevas técnicas como la fotogrametría, tanto para el estudio icnológico en particular como de cara a la conservación y futuro estudio de los materiales.

Artículo completo (open access): http://www.app.pan.pl/article/item/app007072019.html

La piedra caracoleña o la belleza de los espacios vacios




 Seguro que muchos, al cruzar el Puente de Piedra de #Zaragoza, os habéis fijado en la curiosa roca con la que está construido, llena de fósiles. Se puede encontrar en varias construcciones de la ciudad: en la fachada del antiguo convento de San Agustín, en el basamento de la basílica del Pilar, en el de la Catedral de la Seo… Incluso en construcciones romanas como la presa de Almonacid de la Cuba. Las claves para entender esta roca nos las ha dado el Prof. Pep Gisbert (Universidad de Zaragoza).


El nombre de la roca es “Piedra caracoleña”, una caliza llena de fósiles de gasterópodos. El interior de las conchas está hueco, y son precisamente esos espacios vacíos lo que dan una particular belleza a la roca.
Los gasterópodos que forman la roca vivieron en un antiguo lago poco profundo hace unos 9 ma, en la zona de Fuendetodos y su entorno. En el fondo se acumulaban las conchas, llegando a formar una potente capa. Con el paso del tiempo, el lago se desecó, el sedimento con los fósiles se compactó y transformó en roca, y en los últimos miles de años la erosión dejó al descubierto esos estratos.


El uso de la piedra caracoleña está documentado desde época romana. En la presa de Almonacid, esta roca reviste el mortero romano. Un paseo por los alrededores de Fuendetodos permite encontrar frentes de cantera antiguos, hoy cubiertos de vegetación. Actualmente solo hay una cantera catalogada, donde se extrae la roca de manera intermitente. Sin embargo, como nos comentó José Luis Ona, las canteras antiguas están sin catalogar.

Como siempre, cualquier información que nos podáis hacer llegar es importantes para nuestro proyecto de recuperación de las #MinasOlvidadasdeAragon. Si alguno de nuestros lectores conoce la localización de alguna de las canteras abandonadas de piedra caracoleña, puede contactar con nosotros en museonat@unizar.es.
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. 👉 Os dejamos el post completo en http://museonat.unizar.es/piedra-caracolena-los-espacios-v…/ #MinasOlvidadasdeAragon #CienciaCiudadana #MuseonatEnCasa #ParaninfoEnCasa #CultivateEnCuarentena #EsteVirusLoParamosUnidos

lunes, abril 20, 2020

Allodaposuchus subjuniperus el cocodrilo debajo de la sabina

Esta semana, nuestro #FossilFriday también va dedicado a los cocodrilos. Si la semana pasada os hablábamos de #Maledictosuchus, el cocodrilo que os traemos hoy no es menos importante. La pieza que os presentamos es un cráneo fósil prácticamente completo de la especie Allodaposuchus subjuniperus (definida por Puértolas-Pascual Eduardo Suchus y colaboradores en 2013).
 

El cráneo fue hallado bajo un árbol del tipo de los juníperos, es decir, una sabina o un enebro. Sus raíces habían crecido entre los huesos, de ahí el nombre de la especie #subjuniperus, que en latín significa "bajo el junípero". Se trata del holotipo de la especie, es decir, el fósil a partir del cual fue descrita, y es el único cráneo conocido. Podéis visitarlo en nuestra exposición permanente.

El fósil procede del Pirineo oscense. Se encontró cerca del pueblo de Serraduy del Pon, en materiales de edad Maastrichtiense Superior. Así que este cocodrilo vivió justo al final de la era Mesozoica, hace algo más de 65 millones de años. Al final del Mesozoico, Europa era un archipiélago separado del resto de los continentes, aunque en algunos momentos se generaban "puentes" que conectaban con Norteamérica, permitiendo el intercambio de faunas.

Allodaposuchus pertenece al único grupo de los crocodilomorfos que pervive en la actualidad: Eusuchia (literalmente, “cocodrilos verdaderos”). Aunque hubo otros crocodilomorfos que lograron sobrevivir a la gran extinción que terminó con los dinosaurios, durante los siguientes millones de años los eusuquios acabaron por reemplazar al resto de los grupos. Allodaposuchus es un género clave para entender dónde se originaron los cocodrilos actuales. Quizá su origen tuvo lugar en Europa, alrededor del antiguo mar de Tethys. Paradójicamente, el único continente (junto con la Antártida) en el que no habitan cocodrilos hoy en día.
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👉 http://museonat.unizar.es/portfolio-view/allodaposuchus-subjuniperus/
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