El estudio del báculo o hueso peneano de cinco ejemplares del oso
extinto Indarctos arctoides del yacimiento de Batallones-3 (Madrid) ha
permitido deducir que esta especie mantenía cópulas largas y que
probablemente las hembras se apareaban con varios machos en el periodo
fértil. El estudio ha sido publicado hoy por Juan Abella, investigador
del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont y del Museo de
Ciencias Naturales-CSIC en la revista PLOS ONE. Os adjuntamos la nota de
prensa del ICP.
El
báculo (también llamado hueso peneano) es el hueso presente en el pene
de algunos grupos de mamíferos, incluyendo insectívoros, roedores,
carnívoros y primates (excepto los humanos). En el caso concreto de los
carnívoros, está bastante desarrollado en los caniformes (perros,
tejones u osos) mientras que en los feliformes (por ejemplo gatos y
hienas) está reducido o incluso está ausente. Su morfología y tamaño es
diferente en cada grupo, y en muchos casos, su función es hacer de
soporte físico para mantener la erección y facilitar la cópula.
El
investigador Juan Abella, del Institut Català de Paleontologia Miquel
Crusafont (ICP) y el Museo de Ciencias Naturales-CSIC, describe en un
artículo publicado hoy en la revista PLOS ONE, 5 báculos de Indarctos
arctoides, una especie de oso extinta hace unos 9 millones de años
hallados en el Cerro de los Batallones, en la Cuenca de Madrid, una zona
de cuevas o pseudo-cuevas que actuaron como trampas naturales y que
presentan una gran cantidades de carnívoros fósiles. El báculo es un
resto fósil que aparece muy raramente en las excavaciones, ya que se
trata de un hueso alargado y delicado y que sólo está presente en la
mitad de la población viva (los machos).
Los huesos descritos
pertenecen a 4 individuos adultos y un subadulto. La longitud media del
hueso de los individuos adultos es de unos 24 cm., mucho más largos que
los de los osos actuales de tamaño similar, como el oso pardo. Son los
primeros báculos de huesos fósiles que se encuentran (sin contar los del
oso de las cavernas del pleistoceno, una especie mucho más reciente) y
fueron excavados en varias campañas, durante los años 2008, 2010 y 2012.
Los
investigadores han comparado el tamaño y la forma de estos báculos con
el de algunas especies de mamíferos actuales para inferir algunos
aspectos del comportamiento sexual y social de Indarctos arctoides. Los
investigadores sugieren que esta especie mantenía cópulas largas y que
el báculo actuaba como soporte físico durante la cópula, de modo que
podía mantener la penetración y tener eyaculaciones más prolongadas.
También es posible que tuvieran un sistema reproductor donde varios
machos copulaban con una misma hembra.
Las cópulas largas se dan
en especies donde los encuentros sexuales son poco frecuentes para
asegurar el éxito de la fecundación. Esto ocurre con especies que
presentan una baja densidad de individuos o cuando las poblaciones están
muy fragmentadas y separadas geográficamente. En el caso de Indarctos
arctoides, su distribución estaría muy restringida a los frondosos
bosques de ribera y no podrían vivir en zonas abiertas, donde entrarían
en competencia con los grandes tigres de dientes de sable y con los
anficiónidos, unos carnívoros extintos con características exteriores
tanto los cánidos como los osos.
El hecho que el báculo de
Indarctos arctoides sea considerablemente mayor que el de otras especies
de oso de tamaño parecido hace suponer a los investigadores que es una
característica seleccionada sexualmente, es decir que las hembras
preferían aparearse con los machos con báculos más grandes. Esta
característica se transmitiría a la descendencia de modo que el tamaño
promedio del báculo de esta especie aumentaría a lo largo de la
evolución.
Aunque algunos estudios afirman que la selección
sexual también ha favorecido los penes grandes en los humanos, no se
puede hacer una comparación directa entre el báculo de los osos con el
tamaño del pene de los humanos. El pene de los hombres no tiene báculo
(de los grandes simios, los gorilas y los chimpancés conservan un báculo
pequeño y no es retráctil como el de los carnívoros) y la erección se
logra por la irrigación de los cuerpos cavernosos sin la necesidad de un
hueso para mantenerla.
+ info: Abella,
J., Valenciano, A., Pérez-Ramos, A., Montoya, P. & Morales, J. (In
press). On the socio-sexual behaviour of the extinct ursid Indarctos
arctoides: an approach based on its baculum size and morphology. PLOS
ONE
jueves, septiembre 19, 2013
Diseñados por la Enfermedad. El papel del parasitismo en la evolución de los seres vivos
Todo sistema defensivo se basa en el reconocimiento del invasor y, por
lo tanto, debe ser capaz de distinguir lo propio de lo no propio”. No,
no es una cita del gran libro del Tao, de Lao Tzu, sino una cita de
Santiago Merino Rodríguez en su libro “Diseñados por la Enfermedad. El
papel del parasitismo en la evolución de los seres vivos”, de la
editorial Síntesis (más información en http://www.sintesis.com/diversos-75/disenados-por-la-enfermedad-libro-1734.html).
Esta tarde, 19 de Septiembre del 2013, nuestra aragosaurera Gloria Cuenca presentara al autor en el Ámbito Cultural El Corte Inglés de Zaragoza, el que está en el Paseo Independencia, a las 19:30. Más información en: http://www.redaragon.com/agenda/fichaEvento.asp?id=63054
Santiago Merino, actual director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, es un científico que investiga sobre parásitos y las estrategias adaptativas de parásitos y hospedadores, y sobre cómo evoluciona la interacción defensa-ataque para lograr que, tanto huésped como hospedador continúen vivos el tiempo suficiente para producir descendencia. Lo conocimos en las Jornadas Darwin, organizadas el pasado invierno por el instituto Francés de Zaragoza.
Y ahora volvemos a tener el placer de escucharle.
Su libro, del cual nos hablará el mismo autor me ha resultado fascinante. Mi investigación en fósiles de vertebrados me ha llevado a preguntarme muchas veces qué significado tienen las perforaciones, surcos y otras marcas que se observan con frecuencia en la superficie de los huesos fósiles. No importa el tamaño, no es raro encontrar alteraciones superficiales que nos hablan de cómo fueron acumulados y enterrados los huesos, los cuales podemos encontrar miles, millones de años después. Pero estos procesos (que llamamos tafonómicos) son todos posteriores al enterramiento, son sólo debido a los organismos carroñeros que degradan los tejidos blandos hasta dejar sólo los huesos.
El libro de Santiago nos abre nuevas perspectivas a los interesados por la ciencia en general, y a los que trabajamos con organismos del pasado, los paleontólogos en particular. Me pregunto ¿y si algunas de las marcas fueron producidas por parásitos? Más aún, son las marcas que vemos las causantes de la muerte del animal…
El autor: Santiago Merino Rodíiguez
Email: santiagom@mncn.csic.es
Teléfono: 914111328 – 1109
Departamento: ECOLOGIA EVOLUTIVA
Cargo: Profesor de investigación del CSIC
Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid
Esta tarde, 19 de Septiembre del 2013, nuestra aragosaurera Gloria Cuenca presentara al autor en el Ámbito Cultural El Corte Inglés de Zaragoza, el que está en el Paseo Independencia, a las 19:30. Más información en: http://www.redaragon.com/agenda/fichaEvento.asp?id=63054
Santiago Merino, actual director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, es un científico que investiga sobre parásitos y las estrategias adaptativas de parásitos y hospedadores, y sobre cómo evoluciona la interacción defensa-ataque para lograr que, tanto huésped como hospedador continúen vivos el tiempo suficiente para producir descendencia. Lo conocimos en las Jornadas Darwin, organizadas el pasado invierno por el instituto Francés de Zaragoza.
Y ahora volvemos a tener el placer de escucharle.
Su libro, del cual nos hablará el mismo autor me ha resultado fascinante. Mi investigación en fósiles de vertebrados me ha llevado a preguntarme muchas veces qué significado tienen las perforaciones, surcos y otras marcas que se observan con frecuencia en la superficie de los huesos fósiles. No importa el tamaño, no es raro encontrar alteraciones superficiales que nos hablan de cómo fueron acumulados y enterrados los huesos, los cuales podemos encontrar miles, millones de años después. Pero estos procesos (que llamamos tafonómicos) son todos posteriores al enterramiento, son sólo debido a los organismos carroñeros que degradan los tejidos blandos hasta dejar sólo los huesos.
El libro de Santiago nos abre nuevas perspectivas a los interesados por la ciencia en general, y a los que trabajamos con organismos del pasado, los paleontólogos en particular. Me pregunto ¿y si algunas de las marcas fueron producidas por parásitos? Más aún, son las marcas que vemos las causantes de la muerte del animal…
El autor: Santiago Merino Rodíiguez
Email: santiagom@mncn.csic.es
Teléfono: 914111328 – 1109
Departamento: ECOLOGIA EVOLUTIVA
Cargo: Profesor de investigación del CSIC
Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid
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