El Museo de Breslavia (Polonia) incorporó a su colección un mineral
de color azul intenso a finales de la década de 1860, procedente del
Pirineo aragonés. El ejemplar, suministrado por el comerciante de
minerales Theodor Schuchardt, fue vendido como un supuesto mineral de
cobalto (en Aragón se conocían minas de cobalto, pero eso una historia para nuestro proyecto de las minas olvidadas).
A mediados del siglo XIX, era habitual la venta de minerales como
curiosidad o recuerdo a los viajeros que visitaban el Pirineo. Y podían
encontrarse minerales españoles en comercios especializados de muchos
países de Europa. Algunos de los comerciantes ya habían recorrido zonas
de España a la búsqueda de ejemplares notables desde finales del siglo
XVIII. Lasaulx, en 1876, estudió uno de los ejemplares de Breslavia y
descubrió que tenía características diferentes de los minerales
conocidos. Propuso el nombre de «Aërinit» (aerinita en español),
derivado de la palabra griega que significa azul celeste. Pero la
aceptación de este nuevo mineral tenía dos problemas. Uno era el
desconocimiento de dónde venía. El otro era descifrar su composición
química.
Respecto al problema del origen, el ejemplar estudiado por Lasaulx se
había comprado como procedente del Pirineo. Pero no se tenía más
información. Así se vendían habitualmente los minerales para
coleccionistas y «turistas» de la época en la localidad francesa de
Luchon. Miguel apunta que se trata de una nefasta costumbre que aún
perdura en ocasiones en el comercio de minerales. Los vendedores
ocultaban la procedencia exacta del material para mantener su exclusiva.
Nuestro gran naturalista aragonés Lucas Mallada describió, en 1878, dos
rocas de «ofitona» (dolerita) del Triásico, procedentes de Estopiñán
del Castillo. Las rocas tenían «costras de asbesto teñido de azul por
carbonato de cobre». El color azul debió parecerle tan obvio que no
realizó ningún análisis. Si lo hubiera hecho, habría descubierto que no
tenían cobre. Tanto la descripción del aspecto como la asociación con
rocas del tipo dolerita indican que se trataba, sin duda, de aerinita.
Pero Mallada aún no conocía este mineral. Solo unos años más tarde, en
1882, Vidal identificó correctamente como aerinita el mineral existente
en las doleritas de Caserras del Castillo o Caserres del Castell (Estopanyá, Huesca), que desde entonces se considera la localidad tipo.
El otro problema era demostrar que era una especie mineral válida y
con una composición diferente a las conocidas. En 1980 se encontró
aerinita en forma muy pura, fibrosa, en Estopiñán del Castillo y en
Saint-Pandelon (Francia). Estas muestras permitieron demostrar que era
una especie mineral bien definida. Los estudios posteriores
caracterizaron este mineral como un piroxeno. Tiene una estructura tan
compleja que para describirla ha sido necesario usar instrumentación tan
avanzada como el sincrotrón. Y no, no contiene ni cobre ni cobalto.
Esperamos que la historia de este mineral os parezca tan interesante
como a nosotros. Y eso que no os hemos hablado de su uso en la pintura
románica. Eso será otra historia. Solo nos queda añadir: ¡LARGA VIDA A
LA AERINITA!
Referencia y textos de:
Calvo Rebollar, M. 2017. Aerinita, la piedra azul del Pirineo. Naturaleza Aragonesa, 34, 63-68.