El aragosaurero Diego Castanera ha liderado una investigación que acaba
de publicarse en la revista Journal of Iberian Geology donde se revisa
el conocimiento que se tiene sobre el comportamiento gregario de los
saurópodos deducido a partir de los numerosos yacimientos de icnitas de
la Península Ibérica del intervalo Jurásico Medio al final del Cretácico
Superior.
El registro Ibérico (España y Portugal) de icnitas de
saurópodos está representado por más de cien yacimientos en un intervalo
temporal del Jurásico Medio (Batoniense) al Cretácico Superior
(Maastrichtiense). Muchos de ellos conservan varias icnitas del mismo
individuo ordenadas en rastros. Precisamente el estudio detallado de
estos rastros en un área geográfica como es la Península Ibérica a lo
largo del tiempo ha permitido hacer algunas inferencias paleoecológicas
sobre donde y como vivieron los saurópodos ibéricos
Los rastros
de los saurópodos ibéricos presentan dos patrones de movimiento
distintos. Los hay claramente que siguen una dirección (direccionales) y
otros completamente aleatorios. Los rastros formados con un
comportamiento claramente gregario, es decir con rastros paralelos, se
observan en los icnotipos “Parabrontopodus/Breviparopus-like” y “ Brontopodus- like” en saurópodos del mismo tamaño (pequeño o medio), lo que indica segregación por edad. Las icnitas de tipo Parabrontopodus/Breviparopus-like se ha conservado en sedimentos depositados en ambientes terrestres mientras que los de Brontopodus- like lo hace fundamentalmente en ambientes costeros.
Los
rastros formados por individuos solitarios son, en su mayoría, de
saurópodos de tamaño medio o grande, conservados tanto en medios
terrestres, como costeros y pertenecen a los dos icnotipos mencionados
anteriormente y a un tercero: “Polyonyx-like”. Por lo tanto, no
hay una significativa influencia paleoambiental en el registro del
comportamiento gregario de los saurópodos ibéricos. Sin embargo, los
rastros que muestran caracteres de saurópodos Titanosauriformes (Brontopodus
-like) son más frecuentes en los medios costeros de la Península
Ibérica. Estos resultados son diferentes a los expuestos por otros
autores que apuntan una aparente preferencia de los Titanosauriformes
por los medios terrestres.
El resumen original es
More
than a hundred sauropod tracksites, ranging in age from Middle Jurassic
(Bathonian) to Late Cretaceous (Maastrichtian), are repor ted from the
Iberian Peninsula (Spain and Portugal). Sauropod trackway orientation
patterns throughout an entire geographic area such as the Iberian
Peninsula and over different time periods may provide new data about the
palaeoecology and behavioural patterns of sauropods. The studied
tracksites exhibit two main trackway orientation patterns, directional
and random, indicating different behaviours in gregarious or solitary
(milling) individuals. Gregarious behavioural patterns are mainly
observed within Parabrontopodus/Breviparopus-like and Brontopodus-like ichnotypes of a single size class (either small or medium-sized), indicating age segregation.
Among
the gregarious sauropods the former ichnotype is linked with inland
environments, while the latter is mainly linked with coastal
environments. Solitary trackways are mainly of medium-sized to large
individuals, are also linked with both inland (Parabrontopodus/Breviparopus-like) and coastal environments (Parabrontopodus/Breviparopus-like, Brontopodus-like), and belong to the above-mentioned ichnotypes as well as to Polyonyx-like
ichnotypes. Thus, no obvious link between gregarious behaviour and the
palaeoenvironmental setting can be inferred from the sauropod track
record of the Iberian Peninsula. Nonetheless, sauropod trackways showing
titanosauriform characters (Brontopodus-like) are more common in
coastal environments, contrary to what might be expected given this
group’s apparent taxonomic preference for inland environments
La referencia completa es. Castanera,
D., Vila, B., Razzolini, N.L., Santos, V.F., Pascual, C., Canudo, J.I.
2014. Sauropod trackways of the iberian Peninsula: palaeotological and
palaeoenvironmental implications. Journal of Iberian Geology, 40, 1,
49-59.
sábado, marzo 08, 2014
martes, marzo 04, 2014
Más información de la tortuga acuática Ptychogaster del Mioceno europeo
Investigadores del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont
(ICP) han llevado a cabo una detallada revisión de la taxonomía y la
morfología de la tortuga acuática Ptychogaster (Temnoclemmys) batalleri,
una especie que sólo se ha identificado en los yacimientos miocenos del
Vallés-Penedés y en el yacimiento francés de La Grive-St. Alban. La
investigación acaba de ser publicada en la revista Comptes Rendus
Palevol, y muestra la variabilidad intraespecífica y las peculiaridades
del caparazón de esta especie, descartando la validez de las otras
especies descritas en esta zona durante el último siglo. Os adjuntamos
parte de la nota de prensa del ICP.
Ptychogaster (Temnoclemmys) batalleri es una especie extinguida de la familia Geoemydidae. Esta familia incluye a 69 especies de tortugas de agua dulce actuales distribuidas por todo el mundo, excepto la Antártida y Australia. El tamaño es bastante variable, entre 10 y 80 cm, a menudo con grandes diferencias entre machos y hembras de una misma especie. Son mayoritariamente herbívoras, aunque se encuentran algunas especies omnívoras y carnívoras. En el registro fósil, los geoemídidos son habituales en Europa durante el Terciario. Uno de los grupos menos estudiados es el de los pticogastéridos, que aparece en Europa durante el Eoceno, hace 40 millones de años.
Ptychogaster (T.) batalleri es complicada desde el punto de vista sistemático. Los primeros ejemplares fósiles fueron recuperados por el paleontólogo catalán Josep Ramon Bataller 1926 en subsuelo de Terrassa. Inicialmente se le asignó el nombre Emys egarensis, en referencia al topónimo de la ciudad donde fue encontrada, hasta que en el año 1931, el paleontólogo francés Frédéric-Marie Bergounioux, la renombró Clemmys batalleri, en reconocimiento a Bataller, ya que el primer nombre no era válido. Este nombre tampoco sería el definitivo. Bergounioux identifico algunos caracteres morfológicos como unas espinas en el plastrón (la parte ventral del caparazón de una tortuga) así como la capacidad de este animal de cerrarse parcialmente dentro de su caparazón, tal y como lo hacen las tortugas de caja actuales para protegerse. Por estos motivos, en 1958 Bergounioux creó el género Temnoclemmys, donde incluyó la especie encontrada por Bataller, así como tres especies más de la cuenca del Vallés-Penedés: Temnoclemmys vallesensis y T. cordiformes, ambas procedentes de Viladecavalls, y T. elongata, encontrada en Els Hostalets de Pierola.
La historia de la nomenclatura de esta tortuga no termina aquí. Años más tarde, algunos autores consideraron que este género y las especies que incluía no eran taxonómicamente válidas, mientras que otros paleontólogos las incluyeron dentro del género Ptychogaster, rebajando su rango a subgénero. Así pues, esta especie pasó a llamarse Ptychogaster (T.) batalleri. Por las dimensiones de su caparazón, pasó a ser considerada una forma neoténica del género Ptychogaster, es decir, una forma juvenilizada de otra especie.
El artículo que firma Ángel Hernández Luján y otros colaboradores del ICP en la revista Comptes Rendus Palevol revisa las especies de este género e identifica sus rasgos característicos, entre los que destaca un labio epiplastral muy grueso, cóncavo y de forma trapezoidal, en la parte anterodorsal del plastrón. Al mismo tiempo, el artículo identifica Ptychogaster (Temnoclemmys) batalleri como la única especie del Vallés-Penedés, poniendo bajo este nombre las tres especies de Bergounioux, así como la especie "Testudo" celonica encontrada en Sant Celoni.
A su vez, el estudio amplía la distribución cronoestratigráfica de esta especie, que ya estaba presente en el Mioceno medio. También descarta que P. (T.) batalleri sea una forma juvenilizada, ya que, como en las tortugas actuales, aspectos como el tamaño del caparazón están relacionados con diferencias entre machos y hembras. El artículo también recoge la presencia por primera vez de otras especies de la familia Ptychogasteridae en la cuenca del Vallés-Penedés: Ptychogaster (P.) sp. durante el Mioceno inferior, medio y posiblemente superior, que sería la primera presencia de este subgénero en esta zona, y Ptychogaster (T.) sp. durante el Mioceno inferior, que también supone el registro más antiguo.
Este trabajo demuestra la importancia de tener en cuenta la variabilidad morfológica cuando se trata de describir nuevas especies. "Las tortugas acuáticas no son una excepción, especialmente cuando sólo tenemos restos fósiles. Además, para establecer las relaciones filogenéticas no sólo se deben tener en cuenta los caracteres morfológicos, sino también los estudios moleculares ", comenta el investigador Àngel Luján.
+ info: Luján, À.H., Delfino, M., Casanovas-Vilar, I. & Alba, D.M. (in press ). Taxonomy of subgenus Temnoclemmys Bergounioux, 1958 (Testudines: Geoemydidae: Ptychogasterinae) based on new material from the Vallès-Penedès Basin. Comptes Rendus Palevol. http://dx.doi.org/10.1016/j.crpv.2013.11.004
Ptychogaster (Temnoclemmys) batalleri es una especie extinguida de la familia Geoemydidae. Esta familia incluye a 69 especies de tortugas de agua dulce actuales distribuidas por todo el mundo, excepto la Antártida y Australia. El tamaño es bastante variable, entre 10 y 80 cm, a menudo con grandes diferencias entre machos y hembras de una misma especie. Son mayoritariamente herbívoras, aunque se encuentran algunas especies omnívoras y carnívoras. En el registro fósil, los geoemídidos son habituales en Europa durante el Terciario. Uno de los grupos menos estudiados es el de los pticogastéridos, que aparece en Europa durante el Eoceno, hace 40 millones de años.
Ptychogaster (T.) batalleri es complicada desde el punto de vista sistemático. Los primeros ejemplares fósiles fueron recuperados por el paleontólogo catalán Josep Ramon Bataller 1926 en subsuelo de Terrassa. Inicialmente se le asignó el nombre Emys egarensis, en referencia al topónimo de la ciudad donde fue encontrada, hasta que en el año 1931, el paleontólogo francés Frédéric-Marie Bergounioux, la renombró Clemmys batalleri, en reconocimiento a Bataller, ya que el primer nombre no era válido. Este nombre tampoco sería el definitivo. Bergounioux identifico algunos caracteres morfológicos como unas espinas en el plastrón (la parte ventral del caparazón de una tortuga) así como la capacidad de este animal de cerrarse parcialmente dentro de su caparazón, tal y como lo hacen las tortugas de caja actuales para protegerse. Por estos motivos, en 1958 Bergounioux creó el género Temnoclemmys, donde incluyó la especie encontrada por Bataller, así como tres especies más de la cuenca del Vallés-Penedés: Temnoclemmys vallesensis y T. cordiformes, ambas procedentes de Viladecavalls, y T. elongata, encontrada en Els Hostalets de Pierola.
La historia de la nomenclatura de esta tortuga no termina aquí. Años más tarde, algunos autores consideraron que este género y las especies que incluía no eran taxonómicamente válidas, mientras que otros paleontólogos las incluyeron dentro del género Ptychogaster, rebajando su rango a subgénero. Así pues, esta especie pasó a llamarse Ptychogaster (T.) batalleri. Por las dimensiones de su caparazón, pasó a ser considerada una forma neoténica del género Ptychogaster, es decir, una forma juvenilizada de otra especie.
El artículo que firma Ángel Hernández Luján y otros colaboradores del ICP en la revista Comptes Rendus Palevol revisa las especies de este género e identifica sus rasgos característicos, entre los que destaca un labio epiplastral muy grueso, cóncavo y de forma trapezoidal, en la parte anterodorsal del plastrón. Al mismo tiempo, el artículo identifica Ptychogaster (Temnoclemmys) batalleri como la única especie del Vallés-Penedés, poniendo bajo este nombre las tres especies de Bergounioux, así como la especie "Testudo" celonica encontrada en Sant Celoni.
A su vez, el estudio amplía la distribución cronoestratigráfica de esta especie, que ya estaba presente en el Mioceno medio. También descarta que P. (T.) batalleri sea una forma juvenilizada, ya que, como en las tortugas actuales, aspectos como el tamaño del caparazón están relacionados con diferencias entre machos y hembras. El artículo también recoge la presencia por primera vez de otras especies de la familia Ptychogasteridae en la cuenca del Vallés-Penedés: Ptychogaster (P.) sp. durante el Mioceno inferior, medio y posiblemente superior, que sería la primera presencia de este subgénero en esta zona, y Ptychogaster (T.) sp. durante el Mioceno inferior, que también supone el registro más antiguo.
Este trabajo demuestra la importancia de tener en cuenta la variabilidad morfológica cuando se trata de describir nuevas especies. "Las tortugas acuáticas no son una excepción, especialmente cuando sólo tenemos restos fósiles. Además, para establecer las relaciones filogenéticas no sólo se deben tener en cuenta los caracteres morfológicos, sino también los estudios moleculares ", comenta el investigador Àngel Luján.
+ info: Luján, À.H., Delfino, M., Casanovas-Vilar, I. & Alba, D.M. (in press ). Taxonomy of subgenus Temnoclemmys Bergounioux, 1958 (Testudines: Geoemydidae: Ptychogasterinae) based on new material from the Vallès-Penedès Basin. Comptes Rendus Palevol. http://dx.doi.org/10.1016/j.crpv.2013.11.004
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