El yacimiento de Murero fue descubierto en 1862 por De Verneuil, que fue una de las figuras más destacadas de la geología francesa del siglo XIX y un gran conocedor de la paleontología del Paleozoico. El parisino Philippe-Edouard Poulletier de Verneuil (1805-1873) estudió en la escuela de minas, donde fue discípulo de Jean-Baptiste Élie de Beaumont. Interesado principalmente por la geología estratigráfica y la paleontología del Paleozoico y del límite Cretácico-Terciario, realizó numerosos viajes por Europa, norte de África, Rusia y Estados Unidos. Posteriormente se interesó por la geología de España, un país en el que prácticamente no existían hasta entonces estudios sobre esta materia, e inició una serie de doce viajes entre 1849 y 1867, donde recogió numerosos datos que le proporcionaron un conocimiento considerable de la mayor parte de la península, y dieron lugar a un total de 32 publicaciones sobre la geología de España, que culminaron con la publicación de la "Carte géologique de l'Espagne et du Portugal" con Édouard Collomb en 1864.
De Verneuil encontró en la Rambla de Valdemiedes que desemboca en Murero diferentes especímenes de trilobites del Cámbrico, la entonces llamada "fauna primordial" por creerse en el siglo XIX que eran los animales más primitivos en la historia de la Tierra. El Cámbrico fue así caracterizado por la aparición de los primeros animales en el registro geológico y designado como la base del Eón Fanerozoico (vida animal visible) y de la Era Paleozoica. Esto representaba un hito geológico único, conocido posteriormente como la radiación o explosión cámbrica de la vida.
Las capas del Cámbrico de Murero son extraordinariamente fosilíferas. Como un caso peculiar y extraño en el mundo, el registro paleontológico es bastante continuo durante un periodo de tiempo muy prolongado. Incluye un espesor de 200 metros de estratos donde se alternan rocas de ambientes carbonatados y terrígenos que vienen a representar un depósito de sedimentos y fósiles casi continuo durante 10 millones de años sobre el fondo de una plataforma marina. Este hecho es un caso inusual en los registros mundiales cámbricos, donde se suelen intercalar estratos fosilíferos y no fosilíferos en las sucesiones que comprenden grandes espesores, y generalmente tienen una composición sólo carbonatada o bien terrígenos que influye en un registro fósil cuyo contenido viene sesgado por unas condiciones ecológicas estrictas.
Sus capas registran una sucesión ecológica de comunidades que habitaron ininterrumpidamente en este mar tropical durante 10 millones de años, en torno al Cámbrico Inferior y Medio (entre -515 a -505 M.a.), relevándose las distintas especies de varios grupos paleontológicos en una sucesión evolutiva en la que se sucedían nuevas especies emergentes mientras se extinguían otras. Destacan, entre sus fósiles, los trilobites por su abundancia y diversidad. Fueron artrópodos primitivos de la Era Primaria o Paleozoica. En Murero se han descrito unas 70 especies y 30 géneros distintos, con una excepcional conservación. Por ello se le conoce como la "Capilla Sixtina de los trilobites". Se calcula que el yacimiento contendrá más de 150 especies distintas cuando se estudie el resto de grupos fósiles.
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