Este periodo geológico, usado como modelo invernadero del futuro, concluyó con un descenso progresivo de temperaturas en el planeta
Una revista del grupo Nature publica la investigación realizada por paleontólogos de la Universidad de Zaragoza, Reino Unido, Italia y EEUU
Para el trabajo se han estudiado fósiles moleculares de membranas celulares bacterianas y su relación con la temperatura de las masas de agua marina superficiales donde vivieron
Una investigación internacional, en la que han participado micropaleontólogos de la Universidad de Zaragoza, demuestra que los últimos 18 millones de años del Cretácico se caracterizaron por un descenso global y progresivo de las temperaturas medias, poniendo fin a una de las etapas más cálidas de nuestro planeta.
La revista Nature Communications recoge en acceso abierto el trabajo de 10 geoquímicos y micropaleontólogos del Reino Unido, España, Italia y Estados Unidos, en el que se ha perfeccionado un reciente método de medir las temperaturas de las aguas marinas superficiales del pasado geológico. Este paleotermómetro (conocido como TEX86) se revela como una de las formas más precisas de evaluar las variaciones climáticas del pasado geológico. Por parte de la Universidad de Zaragoza han participado Irene Pérez Rodríguez y José Antonio Arz Sola, miembros del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA).
Los científicos aragoneses han contribuido al establecimiento de un modelo de edad utilizando los foraminíferos planctónicos, un grupo de microfósiles de rápida evolución. Esto les ha permitido asignar una edad específica a cada muestra analizada mediante el TEX86y, por lo tanto, situar correctamente los valores de temperatura en la escala temporal del Cretácico.
El método. El TEX86 relaciona la temperatura del agua con la composición de las membranas celulares de las Thaumarchaeota, bacterias que abundan flotando en las capas más superficiales de todos los mares y océanos. Sus membranas están formadas por unas moléculas lipídicas (los GDGT), que pueden contener hasta cuatro anillos de ciclopentano.
El número de anillos aumenta en función de la temperatura del agua, como una adaptación de la membrana celular que le permite regular su fluidez. Cuando estas bacterias viven en aguas cálidas o cuando lo hacen en aguas frías, las proporciones de los GDGT con 1, 2 3 ó 4 anillos son muy diferentes, según una relación hoy en día bien conocida. Tras la muerte de las bacterias, sus restos se acumulan en el fondo marino formando parte de los sedimentos.
El método del TEX86 consiste en analizar la abundancia relativa de los distintos tipos de GDGT preservados como biomoléculas fósiles en las rocas sedimentarias y aplicar las relaciones actuales para evaluar la temperatura de la superficie marina dónde y cuándo vivieron esas bacterias. Para ello se extraen los GDGTmediante complejas técnicas químicas, midiendo sus proporciones con un cromatógrafo de gases y un espectrómetro de masas. Después se analizan los valores mediante fórmulas análogas a las que relacionan en la actualidad las frecuencias de estas biomoléculas con la temperatura del agua y se sitúan estos valores en la escala temporal de millones de años.
En el estudio, se ha utilizado el TEX86 para analizar en Shuqualak (Estado de Mississippi) la evolución de la temperatura de las aguas marinas superficiales en rocas carbonatadas marinas de bajas latitudes, de entre 84 y 66 millones de años.Se ha evidenciado que a comienzos de
este intervalo el Atlántico Norte fue un océano relativamente cálido con
unos 35ºC de temperatura superficial media, disminuyendo con el tiempo
hasta alcanzar los 28ºC. Esta tendencia coincide con algo ya conocido,
el enfriamiento de las masas de agua superficial de altas latitudes y de
las masas de agua oceánica profunda. Sobre la evolución climática en
bajas latitudes no existen muchos datos fiables por lo que, cuando se
coloca esta última pieza en los modelos de circulación oceánica, se
comprueba que durante los últimos 18 Ma del Cretácico nuestro planeta
estuvo sujeto a un enfriamiento climático importante, progresivo y de
carácter global. En la publicación también se discute la causa principal
de este cambio climático, concluyendo que el candidato más probable es
una disminución en la cantidad de CO2 atmosférico, ligada a una
ralentización de la actividad tectónica y de la desgasificación
volcánica a escala planetaria.
Queda por explicar el motivo por
el que este enfriamiento climático no provocó el crecimiento de
casquetes polares en las altas latitudes, de modo similar a lo que
ocurrió hace unos 35 millones de años, y cuál pudo ser su repercusión en
los ecosistemas cretácicos, dominados por dinosaurios y grandes
reptiles marinos.
Los restos fósiles de dinosaurios suelen ser fragmentarios y abundantes
en el Barremiense (Cretácico inferior de la Cordillera Ibérica (España)
pero eso no significa que no puedan dar una importante información,
especialmente en cuanto a la paleobiodiversidad. Cuantos dinosaurios? y
de qué grupos? poblaban esta parte de la Cordillera ibérica en el
Barremiense son preguntas que se pueden responder con huesos aislados.
Un buen ejemplo es el trabajo que acabamos de publicar en la revista
Cretaceous Research.
Nuestro aragosaurero José Manuel Gasca ha
liderado una investigación sobre fragmento de mandíbula y un isquion de
un yacimiento de la localidad turolense de Gasca. Se trata de material
encontrado hace años en la superficie de este yacimiento y que se
encontraba depositado en el Museo de Ciencias Naturales de la
Universidad de Zaragoza. Se ha realizado una detallada y delicada
preparación ha permitido recuperar los fósiles para el estudio. En la
publicación se identifican estos fósiles como pertenecientes a un
dinosaurio iguanodontio cercano a Delapparentia turolensis. Se
trata de la primera cita de este taxón fuera del yacimiento-tipo situado
en Galve. Delapparentia fue descrito hace pocos años por el
aragosaurero José Ignacio Ruiz-Omeñaca a partir de un material excavado
hace más de 50 años en el yacimiento de La Maca (Galve).
Además
en el trabajo se hace un repaso de la paleobiodiversidad de los grandes
ornitópodos en el Barremiense inferior, lo que permite demostrar que hay
menos tres taxones distintos, uno de los cuales sería Delapparentia y otro cercano a Iguanodon.
Ahora solo nos queda encontrar ejemplares algo más completos que
permita definir o en su caso asignar a alguno de los taxones europeos ya
descritos al material fragmentario que se encuentra en los yacimientos
de Galve y de Josa.
La referencia completa es: Gasca, J.M.,
Canudo, J.I., Moreno-Azanza, M. 2014. On the Iberian iguanodont dinosaur
diversity: new fossils from the early Barremian, Teruel province,
Spain. Cretaceous Research 50, 264-272.
New fossils from the
lower Barremian (Lower Cretaceous) of Spain increase the known
occurrence of iguanodont dinosaurs (i.e. members of the clade
Iguanodontia) in the Iberian Peninsula. A partial dentary and ischium
from the fossil locality of La Cantalera 2 (Blesa Formation,
municipality of Josa, Teruel province) testify to the presence of a new
specimen in the early Barremian of Iberia, closely related to Delapparentia turolensis,
which was previously only known in the type locality (La Maca-3,
Camarillas Formation, municipality of Galve, Teruel province). These new
fossils are assigned to Delapparentia turolensis (ischium) and cf. Delapparentia
sp. (dentary). Moreover, the description and comparison of some of the
characters of the ischium reveal that this bone is of previously
unnoticed relevance for iguanodont systematics. The differences in
overlapping postcranial material e observed by comparing ischial
material from the provinces of Teruel and Burgos lead us to conclude
that late Hauterivian-early Barremian iguanodont diversity in Iberia
consists of at least two different taxa: Delapparentia turolensis
and another form closely related to Iguanodon. Additionally, dental
morphotypes from La Cantalera bonebed evince the presence of at least
three different iguanodonts in the lower Barremian of Iberia.
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