Uno de las afirmaciones que se suelen repetir en clase de Paleontología
es que la vida colonizo la tierra firme en el Silúrico y quizás en el
Ordovícico. Pues parece que no es verdad, ya en el Precámbrico había
organismos en los medios continentales, como demuestra el descubrimiento
de un pequeño fósil de hace 2200 millones de años en Sudáfrica. Este
fósil llamado Duskagma buttonii proviene de rocas formadas en el interior del continente. La información que os pasamos la ha escrito Victor Renaud para la agencia EFE. En el enlace podéis leer la nota completa.
Un
nuevo estudio dirigido por el geólogo J. Gregory Retallack, de la
Universidad de Oregón, ha presentado evidencias de vida en la tierra
cuatro veces antes de lo que se creía, es decir hace 2200 millones de
años, casi la mitad del camino en la historia del planeta desde sus
inicios. Esta prueba, que se detalla en la edición de septiembre de la
revista Precambrian Research, está basada en el descubrimiento de unos
fósiles del tamaño de cabezas de fósforos que se conectan entre sí en
forma de manojos de hilos, y que han sido encontrados en la superficie
de un yacimiento en Sudáfrica. Los fósiles han sido bautizados como
Diskagma buttonii, que significa “fragmentos en forma de disco de Andy
Button,” quien los encontró, pero no estaba seguro de lo que eran.
“Desde
luego en aquella época no había plantas ni animales, sino algo bastante
más simple, aunque ya con estructura de células eucariotas” comenta
Retallack, profesor de ciencias geológicas y co-director de las
colecciones paleontológicas del Museo de Historia Natural y Cultural de
la UO, quien añade que “la mayoría de estos fósiles se asemejan a un
organismo actual llamado Geosiphon, un hongo con una cavidad
central llena de cianobacterias simbióticas”. “Ya había evidencias sobre
la existencia de cianobacterias, pero no hongos, en la misma edad
geológica, y estos nuevos fósiles establecen un punto de referencia
nuevo que sitúa antes en el timeline la transformación ecológica de la
tierra”, comenta.
Demostrar que Diskagma son fósiles,
comenta Retallack, constituyó un triunfo técnico porque eran demasiado
grandes para ser vistos por completo en el portaobjetos de un
microscopio estándar, y dentro de la roca estaba demasiado oscuro como
para verlos directamente a través de las grietas. Así que las muestras
se obtuvieron de las imágenes de rayos X de un potente ciclotrón, un
acelerador de partículas, en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley
en California. Las imágenes permitieron una restauración tridimensional
de la forma de los fósiles: pequeñas estructuras en forma de urna hueca,
con un cuenco terminal y el tubo de unión basal. “Por fin tenemos una
idea de cómo era la vida en la tierra, similar a la del Precámbrico”,
afirma Retallack. “Tal vez con esta imagen en mente podamos encontrar
más y diferentes tipos de fósiles de esta época en los suelos antiguos.”
Sin duda fascinante.
sábado, julio 27, 2013
jueves, julio 25, 2013
Los investigadores de Atapuerca encuentran la herramienta de piedra más antigua de Europa occidental, próxima a 1,5 millones de años.
El Equipo de Investigación de Atapuerca ha hallado en la Sima del Elefante, en Atapuerca (Burgos), un sílex cretácico tallado al Modo 1 (tecnología muy rudimentaria), en el nivel TE8, que se localiza unos dos metros por debajo del TE9 (datado en 1,2 millones de años), donde en 2007 se encontró la mandíbula humana más antigua de Europa occidental. Por lo tanto, dicha herramienta es todavía más antigua y se aproxima al límite aceptado para la primera ocupación de Europa occidental, que se sitúa en 1,5 millones de años.
A su vez, nuevos hallazgos en el yacimiento de Gran Dolina, en el nivel TD4, que ronda el millón de años, confirma la continuidad del poblamiento humano en Europa desde que este se origino, hace sobre 1,5 millones de años, hasta la aparición de Homo antecessor, hace unos 850.000. Además, coincidiendo con el balance de la campaña de excavación de este año en Atapuerca, se ha dado a conocer una escápula infantil de Homo antecessor, la segunda documentada de un homínido tan pretérito. Este fósil, aunque se descubrió en 2005, ha necesitado de siete años de paciente restauración en el IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social).
Para Eudald Carbonell, codirector del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA), no hay duda de que uno de los resultados más destacados de la campaña de excavación que se desarrolla en Atapuerca desde el 1 de julio y que finaliza este viernes, es el hallazgo en la Sima del Elefante de la herramienta mencionada. Al ser más antigua que la mandíbula humana documentada en 2007, “en consecuencia, pensamos que con el nuevo fósil nos acercamos al límite aceptado para la primera ocupación de Europa Occidental que se sitúa en 1,5 millones de años”, ha comentado.
Este hallazgo, junto con los nuevos fósiles de industria lítica, aparecidos en otro yacimiento de Atapuerca este verano, concretamente en Gran Dolina, en el nivel TD4, de un millón de años, “confirma la continuidad del poblamiento humano en Europa desde que este se originó, hace aproximadamente 1,5 millones de años, hasta la aparición de Homo antecessor, hace unos 850.000”, explica Carbonell.
Para este arqueólogo, esto es muy importante porque “contradice las hipótesis planteadas por algunos investigadores que explicaban el primer poblamiento de Europa a partir de la sucesión de pequeñas oleadas de homínidos sin continuidad en el tiempo y condenadas a la extinción ante su incapacidad de adaptarse a los nuevos espacios”.
En este sentido, Eudald Carbonell se ha referido a un artículo publicado el pasado 18 de julio de 2013 en la revista Quaternary Science Rewievs, “Continuity or discontinuity in the European Early Pleistocene human settlement: the Atapuerca evidence”, en la que, entre otras hipótesis, se propone precisamente la continuidad del poblamiento europeo durante el Pleistoceno inferior. Esta firmado por distintos miembros del EIA, entre los cuales se halla el mencionado codirector del Proyecto Atapuerca. “Aunque se trata de una industria lítica muy arcaica, ésta ya refleja –prosigue Carbonell- el desarrollo de actividades complejas, como el aprovechamiento de animales caídos en las torcas. Estas actividades implican un cierto control del territorio, al ser necesario leer e interpretar las señales que se producen en el medio cuando un animal cae en una trampa de este estilo, tales como los bramidos de los propios animales o el revoloteo de aves carroñeras en las inmediaciones”.
.
Otro hecho a remarcar ha sido la presentación de una escápula de Homo antecesor. Se puso en evidencia en 2005, en el nivel TD6 de Gran Dolina. Perteneció a un niño o niña de entre cuatro y seis años y representa una gran oportunidad de investigar sobre el desarrollo y la locomoción de esta especie. Su estudio se presumía muy complejo, dado que el fósil se encontraba literalmente incrustado en un bloque de arcilla calcificada. Tras siete años de paciente trabajo, el equipo de restauración del IPHES ha conseguido liberar este resto fósil tan peculiar y se ha podido dar a conocer por primera vez en sociedad. Además, actualmente ya está en condiciones de poder ser analizado. Posteriormente se expondrá en el Museo de la Evolución Humana de Burgos. En el registro fósil de los homininos (especies que ya se desplazan de forma bípeda) arcaicos tan sólo se conocen las escápulas de un individuo inmaduro de unos tres años de edad, perteneciente a la especie Australopithecus afarensis, localizado en la localidad de Dikika, en Etiopía.
Mas información en el Blog del IPHES http://bit.ly/168aO0j
A su vez, nuevos hallazgos en el yacimiento de Gran Dolina, en el nivel TD4, que ronda el millón de años, confirma la continuidad del poblamiento humano en Europa desde que este se origino, hace sobre 1,5 millones de años, hasta la aparición de Homo antecessor, hace unos 850.000. Además, coincidiendo con el balance de la campaña de excavación de este año en Atapuerca, se ha dado a conocer una escápula infantil de Homo antecessor, la segunda documentada de un homínido tan pretérito. Este fósil, aunque se descubrió en 2005, ha necesitado de siete años de paciente restauración en el IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social).
Para Eudald Carbonell, codirector del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA), no hay duda de que uno de los resultados más destacados de la campaña de excavación que se desarrolla en Atapuerca desde el 1 de julio y que finaliza este viernes, es el hallazgo en la Sima del Elefante de la herramienta mencionada. Al ser más antigua que la mandíbula humana documentada en 2007, “en consecuencia, pensamos que con el nuevo fósil nos acercamos al límite aceptado para la primera ocupación de Europa Occidental que se sitúa en 1,5 millones de años”, ha comentado.
Este hallazgo, junto con los nuevos fósiles de industria lítica, aparecidos en otro yacimiento de Atapuerca este verano, concretamente en Gran Dolina, en el nivel TD4, de un millón de años, “confirma la continuidad del poblamiento humano en Europa desde que este se originó, hace aproximadamente 1,5 millones de años, hasta la aparición de Homo antecessor, hace unos 850.000”, explica Carbonell.
Para este arqueólogo, esto es muy importante porque “contradice las hipótesis planteadas por algunos investigadores que explicaban el primer poblamiento de Europa a partir de la sucesión de pequeñas oleadas de homínidos sin continuidad en el tiempo y condenadas a la extinción ante su incapacidad de adaptarse a los nuevos espacios”.
En este sentido, Eudald Carbonell se ha referido a un artículo publicado el pasado 18 de julio de 2013 en la revista Quaternary Science Rewievs, “Continuity or discontinuity in the European Early Pleistocene human settlement: the Atapuerca evidence”, en la que, entre otras hipótesis, se propone precisamente la continuidad del poblamiento europeo durante el Pleistoceno inferior. Esta firmado por distintos miembros del EIA, entre los cuales se halla el mencionado codirector del Proyecto Atapuerca. “Aunque se trata de una industria lítica muy arcaica, ésta ya refleja –prosigue Carbonell- el desarrollo de actividades complejas, como el aprovechamiento de animales caídos en las torcas. Estas actividades implican un cierto control del territorio, al ser necesario leer e interpretar las señales que se producen en el medio cuando un animal cae en una trampa de este estilo, tales como los bramidos de los propios animales o el revoloteo de aves carroñeras en las inmediaciones”.
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Otro hecho a remarcar ha sido la presentación de una escápula de Homo antecesor. Se puso en evidencia en 2005, en el nivel TD6 de Gran Dolina. Perteneció a un niño o niña de entre cuatro y seis años y representa una gran oportunidad de investigar sobre el desarrollo y la locomoción de esta especie. Su estudio se presumía muy complejo, dado que el fósil se encontraba literalmente incrustado en un bloque de arcilla calcificada. Tras siete años de paciente trabajo, el equipo de restauración del IPHES ha conseguido liberar este resto fósil tan peculiar y se ha podido dar a conocer por primera vez en sociedad. Además, actualmente ya está en condiciones de poder ser analizado. Posteriormente se expondrá en el Museo de la Evolución Humana de Burgos. En el registro fósil de los homininos (especies que ya se desplazan de forma bípeda) arcaicos tan sólo se conocen las escápulas de un individuo inmaduro de unos tres años de edad, perteneciente a la especie Australopithecus afarensis, localizado en la localidad de Dikika, en Etiopía.
Mas información en el Blog del IPHES http://bit.ly/168aO0j
domingo, julio 21, 2013
Homo antecessor tenía lesiones de deportista de élite
Nuestros colegas del equipo de Atapuerca acaban de publicar un
interesante artículo en la revista científica International Journal of
Osteoarchaeology sobre una lesión que tenía en el metatarso del pie uno
de los individuos de Homo antecessor recuperado en el nivel TD6
de Gran Dolina. Es un lesión de deportistas como los maratonianos. Las
entrevistas a las investigadoras Laura Martín-Francés y María Martinón
Torres las hemos obtenido de DiCYT, donde se puede encontrar la noticia desarrollada por Cristina G. Pedraz.
Laura apunta sobre la lesión en este hueso del pie. “En ese pequeño metatarso hemos encontrado un tipo de lesión ósea que se denomina comúnmente fractura de estrés o de marcha. Cuando hablamos de una fractura parece que estamos a acostumbrados a pensar en algo más violento, una partición abierta de hueso en dos partes, y en este caso se trata de una serie de micro fracturas debidas a que el hueso se ve sometido durante mucho tiempo a un ejercicio continuado que al final no es capaz de resistir y se va micro fracturando”
Por tanto, la importancia del hallazgo radica en que se trata de una patología muy difícil de identificar ya que “son fracturas microscópicas, tampoco muy dolorosas, y la mayoría de veces se curan sin dejar ni una sola marca”. En este caso, los investigadores han logrado detectar la patología por la inflamación de la superficie del hueso derivada de la micro fractura.
María Martinón apunta “Lo que hemos observado es la inflamación del hueso reaccionando a esa lesión, lo que se denomina periostitis, que es lo que nos llamó la atención de que había una lesión en el hueso. Hoy en día estamos aplicando a los fósiles una de las tecnologías más complejas y sofisticadas que existen, la microtomografía axial computarizada o micro-CT de alta resolución, de manera que podemos ver cortes con una precisión de micras”.
Las fracturas de estrés o de marcha son típicas en deportistas de élite como los corredores de maratón, personas sometidas a un ejercicio continuado en el tiempo. “En el Pleistoceno inferior, en torno a un millón de años de antigüedad, podemos suponer que el medio de locomoción más frecuente era ir a pie. Pero al parecer esta especie se desplazaba a distancias considerables y por un terreno irregular, lo que ha podido provocar esa fractura”, agrega María.
Referencia Bibliográfica: Martín-Francés, L; Martinón-Torres, M; Gracia-Téllez, A; Bermúdez de Castro, JM. 2013. Evidence of Stress Fracture in a Homo antecessor Metatarsal from Gran Dolina Site (Atapuerca, Spain). International Journal of Osteoarchaeology. (DOI:10.1002/oa.2310)
Laura apunta sobre la lesión en este hueso del pie. “En ese pequeño metatarso hemos encontrado un tipo de lesión ósea que se denomina comúnmente fractura de estrés o de marcha. Cuando hablamos de una fractura parece que estamos a acostumbrados a pensar en algo más violento, una partición abierta de hueso en dos partes, y en este caso se trata de una serie de micro fracturas debidas a que el hueso se ve sometido durante mucho tiempo a un ejercicio continuado que al final no es capaz de resistir y se va micro fracturando”
Por tanto, la importancia del hallazgo radica en que se trata de una patología muy difícil de identificar ya que “son fracturas microscópicas, tampoco muy dolorosas, y la mayoría de veces se curan sin dejar ni una sola marca”. En este caso, los investigadores han logrado detectar la patología por la inflamación de la superficie del hueso derivada de la micro fractura.
María Martinón apunta “Lo que hemos observado es la inflamación del hueso reaccionando a esa lesión, lo que se denomina periostitis, que es lo que nos llamó la atención de que había una lesión en el hueso. Hoy en día estamos aplicando a los fósiles una de las tecnologías más complejas y sofisticadas que existen, la microtomografía axial computarizada o micro-CT de alta resolución, de manera que podemos ver cortes con una precisión de micras”.
Las fracturas de estrés o de marcha son típicas en deportistas de élite como los corredores de maratón, personas sometidas a un ejercicio continuado en el tiempo. “En el Pleistoceno inferior, en torno a un millón de años de antigüedad, podemos suponer que el medio de locomoción más frecuente era ir a pie. Pero al parecer esta especie se desplazaba a distancias considerables y por un terreno irregular, lo que ha podido provocar esa fractura”, agrega María.
Referencia Bibliográfica: Martín-Francés, L; Martinón-Torres, M; Gracia-Téllez, A; Bermúdez de Castro, JM. 2013. Evidence of Stress Fracture in a Homo antecessor Metatarsal from Gran Dolina Site (Atapuerca, Spain). International Journal of Osteoarchaeology. (DOI:10.1002/oa.2310)
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