En un reportaje titulado “El Museo de los horrores” firmado por Javier Rico en el País Digital expone la cruda realidad del Museo de Ciencias Naturales en Madrid (España), el museo de Ciencas Naturales más importante de nuestro país . Hemos extraído algunos párrafos de este reportaje, pero os recomendamos la lectura completa, no tiene desperdicio.
El Museo Nacional de Ciencias Naturales, uno de los más antiguos del mundo, expone menos del 1% de sus fondos, cuantificados en más de nueve millones de ejemplares repartidos entre vertebrados, insectos, moluscos, fósiles, minerales, libros, fotografías e ilustraciones. Imposible exponer este patrimonio en el edificio cercano al madrileño paseo de la Castellana. Ni siquiera otro 1%. Por primera vez, los lectores pueden conocer dónde está el verdadero museo y en qué situación se encuentra. Puertas de naves industriales, de edificios ruinosos, de sótanos, de despachos y de salas con armarios y miles de cajones con millones de muestras se abren y tras ellas salta la belleza, la sorpresa, la indignación.
Políticos ineptos, guerras de la Independencia y Civil, expolios, represalias franquistas a lo que se consideraba un nido de rojos y masones, promesas incumplidas y burocracias incomprensibles han contribuido a que un museo catalogado como gran instalación científica europea por sus colecciones e investigaciones tenga cientos de miles de restos fósiles apilados en cajas en un sótano atacado por la humedad y con un difícil y peligroso acceso por una escalera de desiguales escalones. "Esto está lleno de incomodidades, y la falta de luces y espacios adecuados obliga a moverte con un cuidado extremo, tanto por los fósiles que manejas como por tu propia integridad física", afirma Celia Santos, conservadora de la colección de invertebrados fósiles y paleobotánica y una de las dos únicas personas que trabajan en un departamento que invierte tiempo en conservar, inventariar, buscar y ceder muestras, recolocarlas y atender labores administrativas. Dos personas ante la mayor y más variada colección de España, con representación de todos los yacimientos de nuestro país y de todos los periodos; en total, sólo en invertebrados fósiles, la cifra sobrepasa el millón de ejemplares.
"Yo también digo que el problema de espacio que tenemos es grave. Si no fuera así, nosotros nos podríamos plantear montar igualmente grandes exposiciones, incluso mejores, relacionadas con la biodiversidad, la evolución, el cambio climático?". Alfonso Navas, actual director, no se aparta de la línea crítica mantenida por sus antecesores, aunque matiza que, como organismo del CSIC, "tenemos un presupuesto importante destinado a investigación, pero una partida muy reducida para conservación, divulgación y exposición". En su despacho, que alberga parte del mobiliario que utilizaron el conde de Floridablanca y los primeros directores en la segunda mitad del siglo XVIII (Antonio de Ulloa y Franco Dávila), busca afanosamente la cifra con la que trabajaron durante 2006. Se da otra situación de pasmo cultural: la cifra fue de 300.000 euros para exposiciones. Sólo la factura del servicio de vigilancia del museo asciende a 400.000 euros. "Todas estas carencias nos castran profundamente y nos impiden crecer, porque no podemos montar las exposiciones que nosotros quisiéramos, acorde con nuestras colecciones, y estamos condicionados a aceptar las que patrocinan empresas e instituciones", remata el vicedirector, Óscar Soriano.
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