Nuestro colega Jordi de Gibert acaba de publicar una interesante reseña en el blog Paleobiologia del Neogen Meditarrani
sobre el descubrimiento de bioerosión en la bulla timpánica de un
cetáceo del Mioceno Medio de Tarragona. Esta investigación acaba de
publicarse en la revista Paleo 3. Os adjuntamos una parte de la nota, y
os animamos a leerla por completo.
En esta publicación estudian en detalle la bioerosión presente en la bulla timpánica de un fósil de cetáceo del Serravaliense de Tarragona. Recientemente se publico un trabajo en Geobios sobre la Tafonomía de este individuo. Nuestros colegas concluyen que se trataba del cadáver de un cetáceo juvenil de atribución taxonómica incierta que se acumuló en un fondo tranquilo donde fue posiblemente desarticulado por la actividad de carroñeros (tiburones y otros peces) y/o suaves corrientes.
La nueva investigación estudia tres perforaciones presentes en la bulla timpánica. Su morfología permite incluilas icnogénero Gastrochaenolites en base a su forma de porra o pera con un cuello apertural que se abre en una cámara de sección circular. Los productores más probables de estas cavidades son bivalvos pholádidos que se beneficiaron de la presencia de los restos óseos en el fondo marino limoso para colonizarlos.
Además en la publicación se revisa la bioerosión de huesos en medios marinos Esta revisión les ha identificar 6 grandes grupos de trazas fósiles de bioerosión marinas sobre hueso:
1) Microbioerosión producida por microorganismos (hongos, bacterias y algas) en la parte más superficial del hueso.
2) Trazas de vertebrados depredadores o carroñeros que se alimentan de los tejidos blandos adheridos al hueso. Incluyen sobre todo marcas de mordiscos.
3) Trazas de cangrejos osteófagos similares a las producidas hoy en día por los cangrejos Tanner.
4) Perforaciones de gusanos realizadas o bien para alimentarse del contenido nutritivo de los huesos o simplemente como refugios.
5) Perforaciones de bivalvos producidas por pholadidos y quizás otros grupos.
6) Trazas de invertebrados herbívoros (erizos de mar, gasterópodos o poliplacóforos) que raspan la cubierta algal de los huesos en el fondo creando grabados característicos en estos.
La referencia completa es: Belaústegui, Z., Gibert; J.M. de, Domènech, R., Muñiz, F. and Martinell, J. 2012. Clavate borings in a Miocene cetacean skeleton from Tarragona (NE Spain) and the fossil record of marine bone bioerosion. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 323–325, 68–74.
En esta publicación estudian en detalle la bioerosión presente en la bulla timpánica de un fósil de cetáceo del Serravaliense de Tarragona. Recientemente se publico un trabajo en Geobios sobre la Tafonomía de este individuo. Nuestros colegas concluyen que se trataba del cadáver de un cetáceo juvenil de atribución taxonómica incierta que se acumuló en un fondo tranquilo donde fue posiblemente desarticulado por la actividad de carroñeros (tiburones y otros peces) y/o suaves corrientes.
La nueva investigación estudia tres perforaciones presentes en la bulla timpánica. Su morfología permite incluilas icnogénero Gastrochaenolites en base a su forma de porra o pera con un cuello apertural que se abre en una cámara de sección circular. Los productores más probables de estas cavidades son bivalvos pholádidos que se beneficiaron de la presencia de los restos óseos en el fondo marino limoso para colonizarlos.
Además en la publicación se revisa la bioerosión de huesos en medios marinos Esta revisión les ha identificar 6 grandes grupos de trazas fósiles de bioerosión marinas sobre hueso:
1) Microbioerosión producida por microorganismos (hongos, bacterias y algas) en la parte más superficial del hueso.
2) Trazas de vertebrados depredadores o carroñeros que se alimentan de los tejidos blandos adheridos al hueso. Incluyen sobre todo marcas de mordiscos.
3) Trazas de cangrejos osteófagos similares a las producidas hoy en día por los cangrejos Tanner.
4) Perforaciones de gusanos realizadas o bien para alimentarse del contenido nutritivo de los huesos o simplemente como refugios.
5) Perforaciones de bivalvos producidas por pholadidos y quizás otros grupos.
6) Trazas de invertebrados herbívoros (erizos de mar, gasterópodos o poliplacóforos) que raspan la cubierta algal de los huesos en el fondo creando grabados característicos en estos.
La referencia completa es: Belaústegui, Z., Gibert; J.M. de, Domènech, R., Muñiz, F. and Martinell, J. 2012. Clavate borings in a Miocene cetacean skeleton from Tarragona (NE Spain) and the fossil record of marine bone bioerosion. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 323–325, 68–74.
2 comentarios:
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