Se trata de la primera investigación el el que se aplicado la técnida de la distribución anidada a los ecosistemas fósiles. El punto de partida es que los insectívoros del Mioceno en el Mediterráneo fueron menos diversos que los del resto de Europa. La Fotografía es del Marc con una musaraña, la hemos tomado prestada del ICP, asi como la mayor parte de la de la información.
La Fotografía es del Marc con una musaraña, la hemos tomado prestada del ICP, asi como la mayor parte de la de la información. También en Aragosaurus.
Os adjuntamos parte de la nota para animaros a leerla completa:
A partir de los datos de faunas insectívoras del Mioceno en 400 localidades de España, Francia, Suiza, Austria y Alemania demostraron que este patrón se puede modelizar estadísticamente en una estructura de anidamiento durante prácticamente todo el Mioceno. Los géneros identificados en las cuencas más al sur eran siempre un subconjunto de las cuencas más al norte. Todo hacía pensar en un patrón de anidamiento, estructuras ecológicas bien explicadas por gradientes ambientales. La estructura de anidamiento se presenta en muchos ecosistemas actuales, y tiene diversas aplicaciones. Una de ellas es que permite predecir qué especies corren más riesgo de extinción a corto término dentro de una asociación, o cuáles tienen más probabilidad de éxito para ser introducidas en una zona concreta donde no están presentes. En este caso, es la primera vez que se ha usado el análisis de anidamiento en una modelización de ecosistemas fósiles certificando que, en general, las comunidades de insectívoros se empobrecían progresivamente desde el centro de Europa hasta el sur de la Península Ibérica. La explicación tiene que ver probablemente con los requerimientos biológicos de estos pequeños animales y la gradación decreciente del régimen de lluvias en este mismo transecto.
Os adjuntamos parte de la nota para animaros a leerla completa:
A partir de los datos de faunas insectívoras del Mioceno en 400 localidades de España, Francia, Suiza, Austria y Alemania demostraron que este patrón se puede modelizar estadísticamente en una estructura de anidamiento durante prácticamente todo el Mioceno. Los géneros identificados en las cuencas más al sur eran siempre un subconjunto de las cuencas más al norte. Todo hacía pensar en un patrón de anidamiento, estructuras ecológicas bien explicadas por gradientes ambientales. La estructura de anidamiento se presenta en muchos ecosistemas actuales, y tiene diversas aplicaciones. Una de ellas es que permite predecir qué especies corren más riesgo de extinción a corto término dentro de una asociación, o cuáles tienen más probabilidad de éxito para ser introducidas en una zona concreta donde no están presentes. En este caso, es la primera vez que se ha usado el análisis de anidamiento en una modelización de ecosistemas fósiles certificando que, en general, las comunidades de insectívoros se empobrecían progresivamente desde el centro de Europa hasta el sur de la Península Ibérica. La explicación tiene que ver probablemente con los requerimientos biológicos de estos pequeños animales y la gradación decreciente del régimen de lluvias en este mismo transecto.
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