El descubrimiento de restos de balanos en
sedimentos de hace 14.000 años en la Cueva de Nerja (Málaga) indica que los
humanos modernos consumían carne de ballena, al menos desde entonces. Esta
propuesta es de un trabajo que acaba de publicarse en Quaternary International
por colegas de diferentes instituciones, entre las cuales se encuentran la
Universidad de Salamanca y la UNED. Os adjuntamos la nota de prensa de la UNED
que nos ha llegado. Es un tema bien chulo e interesante.
Hace entre 14.500 y 13.500 años, el asentamiento de
cazadores y pescadores de Nerja (Málaga) estaba separado de la costa unos 4
kilómetros. Para sobrevivir, la comunidad caminaba durante horas hasta la
orilla del mar y allí pescaban y trasladaban sus presas, como delfines o focas,
hasta la cueva en la que habitaban. Sin embargo, al encontrar restos de
ballena, tuvieron que cambiar su estrategia, según demuestra un estudio
publicado en la revista Quaternary International.
“Llevaban los pedazos de carne, grasa y piel a la cueva,
pero dejaban los huesos del animal en la playa”, explica Jesús F. Jordá,
investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED y uno de
los autores del estudio. Los científicos han descubierto en la Cueva de Nerja
cientos de restos de balanos, pequeños crustáceos que viven en la piel de las
ballenas.
“Al estar íntimamente asociados a las partes comestibles de
la ballena y aparecer muchos de ellos quemados en el interior de un hogar, la
presencia de estos crustáceos nos proporciona la evidencia indirecta más
antigua del consumo de ballenas en la Prehistoria europea”, añade Esteban
Álvarez-Fernández, investigador de la Universidad de Salamanca y autor
principal del trabajo. En el estudio, además de científicos de la UNED y la
Universidad de Salamanca, participan la Universidad de Valencia, la Universidad
Complutense de Madrid, la Universidad Nacional de Australia, el Instituto
Geológico y Minero de España, el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y
el Museo de Historia Natural de París (Francia).
Los crustáceos hallados pertenecen a dos géneros diferentes
–Tubicinella major y Cetopirus complanatus– y muchos de ellos se encontraban
totalmente quemados, lo que indica que los humanos de aquella época asaban la
carne de ballena para comérsela. Su análisis indica que vivían alojados en la
piel de una ballena franca austral (Eubalaena australis), propia de las aguas
del hemisferio sur, lo que “confirma el importante descenso de la temperatura
de las aguas marinas en aquel período”, afirma Álvarez-Fernández. Este
enfriamiento de las aguas oceánicas en ambos hemisferios permitió a la ballena
detectada en Nerja cruzar el ecuador y penetrar en el Mediterráneo, para acabar
varada en la playa. Además, se da la circunstancia de que nunca hasta ahora se
habían encontrado estas dos especies de crustáceo juntas en un yacimiento
prehistórico a escala global.
La imagen de los balanos es de Esteban
Álvarez-Fernández y René-Pierre Carriol
Referencia bibliográfica:
Esteban
Álvarez-Fernández, René-Pierre Carriol, Jesús F. Jordá, J. Emili Aura,
Bárbara Avezuela, Ernestina Badal, Yolanda Carrión, Javier
García-Guinea, Adolfo Maestro, Juan V. Morales, Guillém Perez, Manuel
Perez-Ripoll, María J. Rodrigo, Jim E. Scarff, M. Paz Villalba y
RachelWood. ‘Occurrence of whale barnacles in Nerja Cave (Málaga,
Southern Spain): indirect evidence of whale consumption by humans in the
Upper Magdalenian’. Quaternary International, enero 2013. DOI:
10.1016/j.quaint.2013.01.014.
Ver listado de noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario